La celebración del Carnaval en la ciudad de La Paz es el resultado de la mezcla entre la tradición andina y la costumbre europea. Esta fiesta cambió con el transcurso del tiempo, desde el agradecimiento a la Pachamama antes de la Colonia, pasando por los trajes de fantasía y los perfumes durante la era republicana anterior a la revolución de 1952, hasta las figuras actuales del ch’uta y del pepino.
La costumbrista Elizabeth de Col aseguró que esta festividad viene de Europa, donde era concebida como una “celebración bacanal”, una especie de licencia para que las personas hagan derroche de alegría, bebida y comida antes de la llegada de la Cuaresma o tiempo de reconciliación para el mundo católico.
El antropólogo Jorge Laruta explicó que el Carnaval es propio de Roma y de Venecia, donde los hombres rendían culto al dios Momo en una total “perdición carnal”. Planteado de esta manera, dijo Laruta, “el Carnaval nada tiene que ver con la realidad andina-amazónica”.
En los Andes
En este lado del mundo, dijo, la costumbre es otra, es más telúrica, arraigada a la tierra. De ahí que la época de celebración va del 2 de febrero hasta el 28 del mismo mes, de modo invariable, coincidente con la etapa de la lluvia, tiempo en el que se festeja por la cosecha.
El antropólogo expresó que se trata del Anata, que significa juego, y encierra el concepto de “congraciarse con la naturaleza a través de la ch’alla, como una manera de devolver lo que se recibió de ella”.
Col mencionó que los nativos tenían su propia fiesta dedicada a la etapa anterior a la cosecha, que consistía en que una persona probaba la producción del vecino, sin que esto signifique un robo.
Laruta añadió que esta celebración en el mundo andino estaba acompañada de la música de tarkas, mohoseños, quenas y los instrumentos propios del lugar. Era una fiesta comunitaria, vecinal y familiar, no pública, como ahora.
Las poblaciones celebraban con el rito de la ch’alla y empleaban productos como la chicha de maíz o quinua, con lo que se rociaban las esquinas de la casa o el terreno y las entradas, a diferencia de hoy, que se utiliza cerveza y alcohol.
En la República
Una vez llegada la época de la Colonia, luego de la conquista española, Col dijo que se introdujeron las máscaras para ocultar la timidez y dar rienda suelta a los sentimientos y actitudes, que afloraban en los bailes de entonces.
En la época republicana, durante el Carnaval se realizaban entradas de disfraces de fantasía, es decir, trajes romanos o rusos, tratando de imitar a los españoles, a la gente rica y a los antiguos gamonales.
Los trajes folklóricos estaban casi totalmente ausentes en las ciudades, como La Paz, a excepción de una o dos comparsas que los representaban, y que eran desdeñados por la concurrencia que observaba el recorrido de los bailarines, pues en el momento en que ellos aparecían, abandonaban el lugar.
Col recuerda que entrada esta época el acto central del Carnaval, que es la ch’alla, se desarrollaba únicamente en las áreas rurales y no en el área urbana.
Los nativos y campesinos ch’allaban sus casas y terrenos a diferencia de lo que ocurre ahora, que se adornan absolutamente todas las pertenencias, “nunca vi, por ejemplo, que se ch’allen autos, como lo hacen ahora”.
Para Col, el cambio en la celebración de esta fiesta se produjo a partir de la revolución de 1952 y tiene que ver con la apertura social, tanto así que las familias disfrazaban a sus niños de “imillas y llokallos” y la revalorización del folklore.
Laruta señaló, en cambio, a la Guerra del Chaco (1932- 1935) como el inicio de la “simbiosis”, porque esa etapa se caracteriza por el encuentro de regiones, pues antes de ella “los campesinos no sabían que existía gente en las cálidas tierras del Chaco”.
Explicó que pese a las modificaciones, la esencia se mantiene; por ejemplo, la ch’alla se realiza con bebidas alcohólicas, se introducen las bandas, los juegos con agua, el uso de la mixtura y la serpentina.
Col mencionó que debido a la crisis económica se comienza a jugar, a partir del 52, con globos de agua, antes se lo hacía con harina, perfume y la serpentina.
Destaca los platos que se sirven en Carnaval, tales como el puchero, que es una mezcla de carnes y verduras, los picantes de carne surtidos, el asado de chancho y toda clase de humintas durante el miércoles de ceniza.
Las ofrendas
Según Laruta, antes de la Colonia, las lanas de colores eran vitales en el rito de agradecimiento a la Pachamama. Éstas se colocaban en las orejas de los animales como adornos, además en la llamada mesa (ofrenda a la tierra), la primera muestra debía tener q’oa y grasa de chancho.
Doña Elena Saravia tiene su puesto en la calle Linares desde hace 25 años. Aseguró que la ch’alla es una tradición que nunca se olvidó, pues por esta época la demanda de la ofrenda es alta.
Explicó que el precio de una mesa varía entre 20 y 200 bolivianos, todo depende del tamaño, los objetos que se le coloquen y el sullu (feto) de llama que se pida. Sin embargo, por más que sea una preparación pequeña, si tiene todos los elementos, cumple el mismo objetivo, que es el de agradecer y pedir a la Pachamama.
Lo que no debe faltar es la serpentina de la tierra, misterios (dulces de diferentes formas) copal, dulces, dólares, lanas de colores, chocolate, Wiracocha (dios andino) y el feto de llama.
Personajes del Carnaval
El pepino
El pepino es uno de los personajes más sobresalientes y característicos de la celebración del Carnaval paceño. El antropólogo Jorge Laruta explicó que es una imitación del arlequín veneciano que amenizaba las fiestas de las altas autoridades.
Es un personaje jocoso y divertido, lleva un chorizo, que reemplaza al instrumento que tocaba el arlequín. Según dijo, es también una variación del kusillo andino, por eso es que su careta es cuadrada y plana, aunque ahora se le adiciona las borlas del arlequín, por tanto es una mezcla entre arlequín y kusillo.
De acuerdo con la revista municipal de culturas de la Alcaldía de La Paz, el pepino no tiene edad, ni se sabe cuándo exactamente nació. Es una especie de hijo natural del Carnaval.
En consecuencia, no se conoce a la madre, se supone que es la alegría o tal vez la pobreza, pero se sabe que es el fruto de amores fugaces, culpables, que nacen al ritmo de la danza y los bailes.
Ignora todas las cosas que ocurren, pone sobre ellas un velo de olvido, que permite a los hombres borrar el dolor de ayer para entregarse a la ilusión de mañana. El pepino es heroico y caballeroso y tiene los sentimientos de su antepasado, el arlequín.
El ch’uta
El antropólogo Jorge Laruta aseguró que el ch’uta surgió en la época colonial, pero no se conoce el lugar exacto de su aparición, por lo que resulta incorrecto que algunas provincias, como Corocoro o Caquiaviri, se atribuyan ser la cuna de este personaje carnavalero.
El ch’uta es, explicó, un personaje folklórico, que era el pongo en la Colonia, quien acostumbraba vestir ropa colorida, bordada con lanas de colores y llevaba una chaqueta ajustada al cuerpo, además del rebozo de las indias.
El personaje es una sátira a los españoles, de ahí que lleva bigotes, tiene ojos celestes y chapas rojas.
Según la revista municipal de culturas, además tiene cabellos claros, dientes de vidrio y rasgos mestizos. Se explica que para evitar su identificación falseaba la voz y se dirigía a sus patrones a quienes lanzaba insultos en aymara y por tanto aún más difíciles de comprender.
La palabra ch’uta proviene del vocablo aymara chukuta, que hace referencia al pongo aymara que usa ropa recosida en las ciudades. El traje del baile tuvo colores vistosos desde su origen.
El Anata y la tradición del agradecimiento a la Pachamama
En el mundo andino se festeja el Anata, que significa juego o juguemos.
Su concepto plantea congraciarse y dialogar con la naturaleza.
El acto central de esta festividad es la ch’alla, con la que se agradece a la tierra.
Está muy ligado a la fertilidad y la siembra, pues coincide con la lluvia.
Se inicia con el enamoramiento y acaba con el irpasta (robo de la pareja).
Se celebra con el son de las quenas, mohoseños, tarkas y los instrumentos nativos.
Los jóvenes realizan demostración de sus aptitudes físicas y musicales.
La ch’alla se efectúa con flores, dulces, bebidas sin alcohol y frutas de la estación.
A partir de los años 70, el globo tiene presencia en la festividad del Anata.
Esta celebración es más comunitaria, vecinal y familiar que pública.
Las danzas eran más autóctonas que urbanas, como la morenada o diablada.
Sin embargo, el Anata convive con el Carnaval, en una mezcla de tradiciones.
Los orígenes
La celebración del Carnaval es una costumbre europea en honor al dios Momo.
Es una licencia que tienen los hombres para hacer derroche de alegría.
Su característica es la mascarada, los bailes y los disfraces satíricos.
Esta celebración se extendió por todo el mundo y se celebra con peculiaridades.
La costumbrista Elizabeth de Col aseguró que esta festividad viene de Europa, donde era concebida como una “celebración bacanal”, una especie de licencia para que las personas hagan derroche de alegría, bebida y comida antes de la llegada de la Cuaresma o tiempo de reconciliación para el mundo católico.
El antropólogo Jorge Laruta explicó que el Carnaval es propio de Roma y de Venecia, donde los hombres rendían culto al dios Momo en una total “perdición carnal”. Planteado de esta manera, dijo Laruta, “el Carnaval nada tiene que ver con la realidad andina-amazónica”.
En los Andes
En este lado del mundo, dijo, la costumbre es otra, es más telúrica, arraigada a la tierra. De ahí que la época de celebración va del 2 de febrero hasta el 28 del mismo mes, de modo invariable, coincidente con la etapa de la lluvia, tiempo en el que se festeja por la cosecha.
El antropólogo expresó que se trata del Anata, que significa juego, y encierra el concepto de “congraciarse con la naturaleza a través de la ch’alla, como una manera de devolver lo que se recibió de ella”.
Col mencionó que los nativos tenían su propia fiesta dedicada a la etapa anterior a la cosecha, que consistía en que una persona probaba la producción del vecino, sin que esto signifique un robo.
Laruta añadió que esta celebración en el mundo andino estaba acompañada de la música de tarkas, mohoseños, quenas y los instrumentos propios del lugar. Era una fiesta comunitaria, vecinal y familiar, no pública, como ahora.
Las poblaciones celebraban con el rito de la ch’alla y empleaban productos como la chicha de maíz o quinua, con lo que se rociaban las esquinas de la casa o el terreno y las entradas, a diferencia de hoy, que se utiliza cerveza y alcohol.
En la República
Una vez llegada la época de la Colonia, luego de la conquista española, Col dijo que se introdujeron las máscaras para ocultar la timidez y dar rienda suelta a los sentimientos y actitudes, que afloraban en los bailes de entonces.
En la época republicana, durante el Carnaval se realizaban entradas de disfraces de fantasía, es decir, trajes romanos o rusos, tratando de imitar a los españoles, a la gente rica y a los antiguos gamonales.
Los trajes folklóricos estaban casi totalmente ausentes en las ciudades, como La Paz, a excepción de una o dos comparsas que los representaban, y que eran desdeñados por la concurrencia que observaba el recorrido de los bailarines, pues en el momento en que ellos aparecían, abandonaban el lugar.
Col recuerda que entrada esta época el acto central del Carnaval, que es la ch’alla, se desarrollaba únicamente en las áreas rurales y no en el área urbana.
Los nativos y campesinos ch’allaban sus casas y terrenos a diferencia de lo que ocurre ahora, que se adornan absolutamente todas las pertenencias, “nunca vi, por ejemplo, que se ch’allen autos, como lo hacen ahora”.
Para Col, el cambio en la celebración de esta fiesta se produjo a partir de la revolución de 1952 y tiene que ver con la apertura social, tanto así que las familias disfrazaban a sus niños de “imillas y llokallos” y la revalorización del folklore.
Laruta señaló, en cambio, a la Guerra del Chaco (1932- 1935) como el inicio de la “simbiosis”, porque esa etapa se caracteriza por el encuentro de regiones, pues antes de ella “los campesinos no sabían que existía gente en las cálidas tierras del Chaco”.
Explicó que pese a las modificaciones, la esencia se mantiene; por ejemplo, la ch’alla se realiza con bebidas alcohólicas, se introducen las bandas, los juegos con agua, el uso de la mixtura y la serpentina.
Col mencionó que debido a la crisis económica se comienza a jugar, a partir del 52, con globos de agua, antes se lo hacía con harina, perfume y la serpentina.
Destaca los platos que se sirven en Carnaval, tales como el puchero, que es una mezcla de carnes y verduras, los picantes de carne surtidos, el asado de chancho y toda clase de humintas durante el miércoles de ceniza.
Las ofrendas
Según Laruta, antes de la Colonia, las lanas de colores eran vitales en el rito de agradecimiento a la Pachamama. Éstas se colocaban en las orejas de los animales como adornos, además en la llamada mesa (ofrenda a la tierra), la primera muestra debía tener q’oa y grasa de chancho.
Doña Elena Saravia tiene su puesto en la calle Linares desde hace 25 años. Aseguró que la ch’alla es una tradición que nunca se olvidó, pues por esta época la demanda de la ofrenda es alta.
Explicó que el precio de una mesa varía entre 20 y 200 bolivianos, todo depende del tamaño, los objetos que se le coloquen y el sullu (feto) de llama que se pida. Sin embargo, por más que sea una preparación pequeña, si tiene todos los elementos, cumple el mismo objetivo, que es el de agradecer y pedir a la Pachamama.
Lo que no debe faltar es la serpentina de la tierra, misterios (dulces de diferentes formas) copal, dulces, dólares, lanas de colores, chocolate, Wiracocha (dios andino) y el feto de llama.
Personajes del Carnaval
El pepino
El pepino es uno de los personajes más sobresalientes y característicos de la celebración del Carnaval paceño. El antropólogo Jorge Laruta explicó que es una imitación del arlequín veneciano que amenizaba las fiestas de las altas autoridades.
Es un personaje jocoso y divertido, lleva un chorizo, que reemplaza al instrumento que tocaba el arlequín. Según dijo, es también una variación del kusillo andino, por eso es que su careta es cuadrada y plana, aunque ahora se le adiciona las borlas del arlequín, por tanto es una mezcla entre arlequín y kusillo.
De acuerdo con la revista municipal de culturas de la Alcaldía de La Paz, el pepino no tiene edad, ni se sabe cuándo exactamente nació. Es una especie de hijo natural del Carnaval.
En consecuencia, no se conoce a la madre, se supone que es la alegría o tal vez la pobreza, pero se sabe que es el fruto de amores fugaces, culpables, que nacen al ritmo de la danza y los bailes.
Ignora todas las cosas que ocurren, pone sobre ellas un velo de olvido, que permite a los hombres borrar el dolor de ayer para entregarse a la ilusión de mañana. El pepino es heroico y caballeroso y tiene los sentimientos de su antepasado, el arlequín.
El ch’uta
El antropólogo Jorge Laruta aseguró que el ch’uta surgió en la época colonial, pero no se conoce el lugar exacto de su aparición, por lo que resulta incorrecto que algunas provincias, como Corocoro o Caquiaviri, se atribuyan ser la cuna de este personaje carnavalero.
El ch’uta es, explicó, un personaje folklórico, que era el pongo en la Colonia, quien acostumbraba vestir ropa colorida, bordada con lanas de colores y llevaba una chaqueta ajustada al cuerpo, además del rebozo de las indias.
El personaje es una sátira a los españoles, de ahí que lleva bigotes, tiene ojos celestes y chapas rojas.
Según la revista municipal de culturas, además tiene cabellos claros, dientes de vidrio y rasgos mestizos. Se explica que para evitar su identificación falseaba la voz y se dirigía a sus patrones a quienes lanzaba insultos en aymara y por tanto aún más difíciles de comprender.
La palabra ch’uta proviene del vocablo aymara chukuta, que hace referencia al pongo aymara que usa ropa recosida en las ciudades. El traje del baile tuvo colores vistosos desde su origen.
El Anata y la tradición del agradecimiento a la Pachamama
En el mundo andino se festeja el Anata, que significa juego o juguemos.
Su concepto plantea congraciarse y dialogar con la naturaleza.
El acto central de esta festividad es la ch’alla, con la que se agradece a la tierra.
Está muy ligado a la fertilidad y la siembra, pues coincide con la lluvia.
Se inicia con el enamoramiento y acaba con el irpasta (robo de la pareja).
Se celebra con el son de las quenas, mohoseños, tarkas y los instrumentos nativos.
Los jóvenes realizan demostración de sus aptitudes físicas y musicales.
La ch’alla se efectúa con flores, dulces, bebidas sin alcohol y frutas de la estación.
A partir de los años 70, el globo tiene presencia en la festividad del Anata.
Esta celebración es más comunitaria, vecinal y familiar que pública.
Las danzas eran más autóctonas que urbanas, como la morenada o diablada.
Sin embargo, el Anata convive con el Carnaval, en una mezcla de tradiciones.
Los orígenes
La celebración del Carnaval es una costumbre europea en honor al dios Momo.
Es una licencia que tienen los hombres para hacer derroche de alegría.
Su característica es la mascarada, los bailes y los disfraces satíricos.
Esta celebración se extendió por todo el mundo y se celebra con peculiaridades.
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