Hadas, duendes, verduras, pollos, caníbales y un sinfín de personajes desfilaron ayer, al son de ritmos nacionales, acompañando el paso de la Reina del Carnaval infantil, Luz María I, durante el Corso Infantil que se realizó en El Prado.
Un sol brillante y un caluroso clima fueron los cómplices perfectos para la gran cantidad de comparsas y presentaciones individuales de los niños. La mayoría iban con sus papás, otros formaron comparsas en las que aparte de los padres participaron abuelitos, tíos y primos. Todos animaban su paso jugando lanzándose globos y espuma, tanto de un lado a otros de la vereda, como entre el público y los participantes.
La creatividad de los padres fue digna de aplauso porque se ocuparon no sólo del disfraz de los niños, sino que también se las ingeniaron para improvisar carros alegóricos "disfrazando" los vehículos que acompañaban a las comparsas. Así, hubo una carroza que recreaba la vida salvaje de los caníbales, donde un papá con un abultado abdomen, peluca desgreñada y la cara pintada, elegido como el jefe de la tribu, bailaba y blandía su lanza azuzando a sus guerreros que iban por delante, algunos llevando un muñeco sujeto a un palo, simulando un cautivo "listo para la olla", mientras detrás de la carroza iban otros "presos" encerrados en una jaula de caña hueca.
Otro carro que llamó la atención fue el de los pequeños bomberos voluntarios que iban dentro de su camión bombero, los tonos azules, rojos y amarillos del camión lo hacían ver como un juguete gigante lleno de muñequitos móviles.
Mientras, la Parca bailaba caporales junto a un hada y un pepino, un poco más allá, una familia de puercoespines con pelucas puntiagudas y de colores brillantes, acompañaba el ritmo tratando de esquivar los chisguetes de espuma que lanzaba un Hombre Araña que iba en patineta.
Unos pasos atrás, una mamá vestida de vaca acompañaba la música con las palmas instando a la gente a aplaudir a los niños y por detrás una comparsa de pollos bailaba y jugueteaba con el público.
Casi al final de la fiesta, cerca al medio día, hizo su paso la Reina Luz María I, en una carroza con hadas y bichitos. Detrás, una niña vestida de choclo con el pelo teñido de verde y dos pequeñas sirenas montadas en un cochecito adornado con peces de felpa, fueron parte del grupo que cerró el festejo infantil.
Un sol brillante y un caluroso clima fueron los cómplices perfectos para la gran cantidad de comparsas y presentaciones individuales de los niños. La mayoría iban con sus papás, otros formaron comparsas en las que aparte de los padres participaron abuelitos, tíos y primos. Todos animaban su paso jugando lanzándose globos y espuma, tanto de un lado a otros de la vereda, como entre el público y los participantes.
La creatividad de los padres fue digna de aplauso porque se ocuparon no sólo del disfraz de los niños, sino que también se las ingeniaron para improvisar carros alegóricos "disfrazando" los vehículos que acompañaban a las comparsas. Así, hubo una carroza que recreaba la vida salvaje de los caníbales, donde un papá con un abultado abdomen, peluca desgreñada y la cara pintada, elegido como el jefe de la tribu, bailaba y blandía su lanza azuzando a sus guerreros que iban por delante, algunos llevando un muñeco sujeto a un palo, simulando un cautivo "listo para la olla", mientras detrás de la carroza iban otros "presos" encerrados en una jaula de caña hueca.
Otro carro que llamó la atención fue el de los pequeños bomberos voluntarios que iban dentro de su camión bombero, los tonos azules, rojos y amarillos del camión lo hacían ver como un juguete gigante lleno de muñequitos móviles.
Mientras, la Parca bailaba caporales junto a un hada y un pepino, un poco más allá, una familia de puercoespines con pelucas puntiagudas y de colores brillantes, acompañaba el ritmo tratando de esquivar los chisguetes de espuma que lanzaba un Hombre Araña que iba en patineta.
Unos pasos atrás, una mamá vestida de vaca acompañaba la música con las palmas instando a la gente a aplaudir a los niños y por detrás una comparsa de pollos bailaba y jugueteaba con el público.
Casi al final de la fiesta, cerca al medio día, hizo su paso la Reina Luz María I, en una carroza con hadas y bichitos. Detrás, una niña vestida de choclo con el pelo teñido de verde y dos pequeñas sirenas montadas en un cochecito adornado con peces de felpa, fueron parte del grupo que cerró el festejo infantil.
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