La Farándula paceña relució este año con la participación y el entusiasmo de más comparsas presentadas por empresas, instituciones del Estado, mercados, barrios y los colegios.
El oficial mayor de Culturas, Wálter Gómez, informó que en esta ocasión ingresaron 135 agrupaciones, 25 más que en 2008.
La comparsa Pin Pollo, de la broastería del mismo nombre, fue una de las más alegres del recorrido. Los más de 150 componentes del grupo vestían un traje de pollito en color amarillo, y al son de las notas musicales de la banda, bailaban y saltaban alegres durante todo el recorrido, ante el aplauso de los espectadores que se apostaron en las aceras.
El desfile empezó en la Autopista La Paz-El Alto, a la altura de la Cervecería Boliviana Nacional, y concluyó en la plaza Tejada Sorzano (estadio), luego de recorrer la Montes, Mariscal Santa Cruz, Camacho y Bolívar.
Alex, uno de los trabajadores de Pin Pollo, contó que sus jefes les animaron a participar en la Farándula. “Escoger el traje —dijo— no fue complicado, porque, aunque al principio nos animamos a venir de pepinos, dijimos que ese traje ya era muy común y la mayoría de la gente se viste de igual manera, por eso nos decidimos por un traje que también nos caracteriza”.
Al igual que esta empresa, otras deleitaron en la Entrada, como Punto Blanco, de confección de ropa, cuyos trabajadores bailaron con trajes de pepinos. Al pasar por el palco, trasladado de San Francisco a la avenida Camacho, regalaron algunas poleras.
También ingresaron comparsas de ch’utas y pepinos con sus cholitas de algunos mercados paceños, como el popular Rodríguez o los vendedores de la calle Max Paredes, quienes al ritmo de la canción Cholita Marina se movían alegremente y echaban mixtura y confites al público.
Los últimos llevaban en sus trajes los colores celeste y blanco. “En este corso bailo desde los 17 años —cuenta Sofía, de 25 años, miembro de la fraternidad— y lo hago porque en esta Entrada no debes hacerlo por devoción, sino simplemente por divertirte”.
Los vecinos de algunas zonas también se organizaron para la Farándula, especialmente los jóvenes. Marco Fuentes cuenta que en su barrio, Alto Tejar, no fue difícil reunir a más de 40 adolescentes, porque la mayoría de ellos siempre participó en esta actividad.
“Qué mejor que hacerlo con un gran número de amigos”, comenta Marco. Para ingresar en la comparsa sólo necesitaban tener un disfraz, de cualquier modelo, y un aporte de 20 bolivianos para la banda.
Los miembros de esta fraternidad vestían un sinfín de disfraces, como brujas, pepinos, zorros, leones, kusillos y no faltaron hombres vestidos de cholitas o de mujeres bien dotadas.
Juan, de 23 años, cuenta que desde hace tiempo tuvo la curiosidad de saber qué se siente vestirse de cholita, pues en anteriores farándulas vio a muchos chicos disfrazados.
“Ahora me llamo Santusa”, decía coquetamente. “Me presté una pollera, una manta y un sombrero viejo de mi abuelita. Ella me preguntó para qué quería, y cuando le comenté de mis intenciones, al principio no quiso, pero luego aceptó y, es más, me ayudó a vestirme de esta manera y ahora soy una hermosa chola paceña”, relató entre carcajadas, mientras algunos pepinos osados se atrevían a levantarle la pollera.
Sin embargo, para Iván, de 30 años, vestirse con tacos, un top con escote y una minifalda era una penitencia que debía cumplir. “Soy hincha de Bolívar —explicó— y doy mi vida por mi equipo, por eso es que estoy así ahora. Aposté con uno de mis amigos por mi equipo y perdí”.
En la Farándula también participaron muchachos de colegios como el Bolívar, Ayacucho Villarroel y otros.
Las comparsas además mostraron personajes de la televisión, como la de los “Chavos con sus chilindrinas”, que además estaban acompañados por el “Profesor Jirafales”.
Los jóvenes vestían de pantalón corto con una polera a rayas de este personaje del humor mexicano, y las mujeres, con vestidos verdes con chompas rojas y los lentes típicos.
Pero no sólo se divirtieron en comparsas, sino también en grupos pequeños que utilizaron motivos de la televisión. Entre éstos se pueden destacar personajes de terror como Drácula, monjes, Freddy Krueger, Jack el destripador y otros.
Algunos varones, los más osados, se atrevieron a bailar sin calzados y con un traje en trikini (tres piezas del traje de baño).
Un grupo recordó a la pandilla de los años 70 del siglo pasado, los Marqueces, que atemorizaban con su andanzas y su peleas con los Calambeques.
Además de ver a los disfrazados, los espectadores se deleitaban jugando con espuma, “matasuegras” mojadas y, en algunos casos, con globos de agua. El punto blanco preferido para los adolescentes eran las chicas.
Aunque, no se salvaron ni los 500 policías que fueron desplazados para custodiar la diversión de los paceños. Incluso recibieron golpes de “matasuegra” de intrépidos jóvenes amparados detrás de los antifaces.
El oficial mayor de Culturas, Wálter Gómez, informó que en esta ocasión ingresaron 135 agrupaciones, 25 más que en 2008.
La comparsa Pin Pollo, de la broastería del mismo nombre, fue una de las más alegres del recorrido. Los más de 150 componentes del grupo vestían un traje de pollito en color amarillo, y al son de las notas musicales de la banda, bailaban y saltaban alegres durante todo el recorrido, ante el aplauso de los espectadores que se apostaron en las aceras.
El desfile empezó en la Autopista La Paz-El Alto, a la altura de la Cervecería Boliviana Nacional, y concluyó en la plaza Tejada Sorzano (estadio), luego de recorrer la Montes, Mariscal Santa Cruz, Camacho y Bolívar.
Alex, uno de los trabajadores de Pin Pollo, contó que sus jefes les animaron a participar en la Farándula. “Escoger el traje —dijo— no fue complicado, porque, aunque al principio nos animamos a venir de pepinos, dijimos que ese traje ya era muy común y la mayoría de la gente se viste de igual manera, por eso nos decidimos por un traje que también nos caracteriza”.
Al igual que esta empresa, otras deleitaron en la Entrada, como Punto Blanco, de confección de ropa, cuyos trabajadores bailaron con trajes de pepinos. Al pasar por el palco, trasladado de San Francisco a la avenida Camacho, regalaron algunas poleras.
También ingresaron comparsas de ch’utas y pepinos con sus cholitas de algunos mercados paceños, como el popular Rodríguez o los vendedores de la calle Max Paredes, quienes al ritmo de la canción Cholita Marina se movían alegremente y echaban mixtura y confites al público.
Los últimos llevaban en sus trajes los colores celeste y blanco. “En este corso bailo desde los 17 años —cuenta Sofía, de 25 años, miembro de la fraternidad— y lo hago porque en esta Entrada no debes hacerlo por devoción, sino simplemente por divertirte”.
Los vecinos de algunas zonas también se organizaron para la Farándula, especialmente los jóvenes. Marco Fuentes cuenta que en su barrio, Alto Tejar, no fue difícil reunir a más de 40 adolescentes, porque la mayoría de ellos siempre participó en esta actividad.
“Qué mejor que hacerlo con un gran número de amigos”, comenta Marco. Para ingresar en la comparsa sólo necesitaban tener un disfraz, de cualquier modelo, y un aporte de 20 bolivianos para la banda.
Los miembros de esta fraternidad vestían un sinfín de disfraces, como brujas, pepinos, zorros, leones, kusillos y no faltaron hombres vestidos de cholitas o de mujeres bien dotadas.
Juan, de 23 años, cuenta que desde hace tiempo tuvo la curiosidad de saber qué se siente vestirse de cholita, pues en anteriores farándulas vio a muchos chicos disfrazados.
“Ahora me llamo Santusa”, decía coquetamente. “Me presté una pollera, una manta y un sombrero viejo de mi abuelita. Ella me preguntó para qué quería, y cuando le comenté de mis intenciones, al principio no quiso, pero luego aceptó y, es más, me ayudó a vestirme de esta manera y ahora soy una hermosa chola paceña”, relató entre carcajadas, mientras algunos pepinos osados se atrevían a levantarle la pollera.
Sin embargo, para Iván, de 30 años, vestirse con tacos, un top con escote y una minifalda era una penitencia que debía cumplir. “Soy hincha de Bolívar —explicó— y doy mi vida por mi equipo, por eso es que estoy así ahora. Aposté con uno de mis amigos por mi equipo y perdí”.
En la Farándula también participaron muchachos de colegios como el Bolívar, Ayacucho Villarroel y otros.
Las comparsas además mostraron personajes de la televisión, como la de los “Chavos con sus chilindrinas”, que además estaban acompañados por el “Profesor Jirafales”.
Los jóvenes vestían de pantalón corto con una polera a rayas de este personaje del humor mexicano, y las mujeres, con vestidos verdes con chompas rojas y los lentes típicos.
Pero no sólo se divirtieron en comparsas, sino también en grupos pequeños que utilizaron motivos de la televisión. Entre éstos se pueden destacar personajes de terror como Drácula, monjes, Freddy Krueger, Jack el destripador y otros.
Algunos varones, los más osados, se atrevieron a bailar sin calzados y con un traje en trikini (tres piezas del traje de baño).
Un grupo recordó a la pandilla de los años 70 del siglo pasado, los Marqueces, que atemorizaban con su andanzas y su peleas con los Calambeques.
Además de ver a los disfrazados, los espectadores se deleitaban jugando con espuma, “matasuegras” mojadas y, en algunos casos, con globos de agua. El punto blanco preferido para los adolescentes eran las chicas.
Aunque, no se salvaron ni los 500 policías que fueron desplazados para custodiar la diversión de los paceños. Incluso recibieron golpes de “matasuegra” de intrépidos jóvenes amparados detrás de los antifaces.
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