25 de febrero de 2009

La ch’alla de Martes de Carnaval paralizó La Paz y llegó incluso a la devastada zona de Retamani


“No había transporte, por eso he caminado desde Chijini para ch’allar mi puestito, para que me vaya bien todo el año”. Como doña Florencia Cachi, que al mediodía de ayer terminaba de adornar con serpentinas y regar con cerveza su anaquel de golosinas en Sopocachi, miles de paceños y bolivianos cerraron ayer el Carnaval 2009 con el tradicional ritual de Martes de Ch’alla.

Desde primeras horas de la mañana, al son de petardos y cohetillos, las casas, terrenos, mercados, vehículos y otros bienes empezaron a teñirse de muchos colores, a medida que sus propietarios echaban mixturas, confites y serpentinas. En la plaza Murillo, el Gobierno Municipal de La Paz organizó un ritual andino de bienaventuranza para emprender con éxito la gestión que resta. Con el Miércoles de Ceniza, hoy se da inicio a la Cuaresma.

Ni la zona de Retamani, sacudida la semana pasada por deslizamientos que dejaron en la calle a decenas de personas, ni el penal de San Pedro, con internos especiales como las ex autoridades públicas Leopoldo Fernández y Santos Ramírez, estuvieron al margen de las tradiciones.

Merced al sincretismo de tradiciones católicas y originarias, desde la etapa final de la Colonia en Bolivia se practica el ritual de la ch’alla, un agradecimiento y pedido de buenos oficios a la Pachamama (Madre Tierra) que en Carnaval —época de expiación de culpas y de inicio de la cosecha— cobra especial relieve.

Tanto concentró la actividad típica del Martes de Ch’alla a la población, que durante todo el día las calles de la ciudad estuvieron vacías. Los mercados atendieron sólo hasta el mediodía, mientras los vendedores ornamentaban sus puestos y el transporte público se redujo casi exclusivamente a taxis y radiotaxis.

Según informaron en la Terminal de Buses, las empresas Andino y Sumaj Orko dispusieron en la mañana la salida de dos coches para el traslado de pasajeros a Potosí y Cochabamba. Los vehículos partieron de la parte posterior de la infraestructura que no abrió sus puertas. Las demás líneas no trabajaron y sólo se preveía la salida de otros pocos buses en la noche.

En el resto del país la tónica fue similar. En Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, la ch’alla se concentró en mercados y áreas periurbanas, mientras que en menor medida la costumbre repercutió también en el oriente: Santa Cruz, Pando y Beni.

María Tomasa de Flores (63), procedente de Ayo Ayo, ahora vecina de Villa Pasankeri, recuerda que desde su niñez acostumbra todos los Martes de Ch’alla a cumplir con la ceremonia.

“Nosotros hemos adornado —dijo— nuestra casita, como cada año, con banderines, serpentinas y globos; al techo se arroja arroz, confites, flores y después prendemos los cohetillos, y con cerveza, alcohol y vino dulce regamos las cuatro esquinas de la casa”.

Según Eleuteria Tola, vendedora de la calle Illampu, cada elemento y paso del rito carnavalero tiene su significado. “Los banderines, serpentinas y globos son para alegrar la casa que nos da cobijo y demostrar que es parte de nosotros; los confites, el alcohol y el vino dulce son el alimento para la Pachamama; y los pétalos de rosas o retamas sirven para que no nos enfermemos y para alejar a la mala suerte y, por último, el cohetillo significa empezar el festejo y confraternizar con familiares y vecinos”.

Facetas de la celebración

A las 05.00, el presidente Evo Morales empezó el ritual andino en la localidad de Lauka Ñ, en el trópico de Cochabamba, donde cumplió paso a paso los detalles de la ch’alla antes de iniciar un programa en una radio comunitaria. “Esperamos —afirmó, luego de dar su ofrenda a la Pachamama— que nos vaya bien este año, que es el mayor deseo que tienen los bolivianos y bolivianas desde cualquier lugar del país”.

A las 07.00, en la zona de Chuquiaguillo de La Paz, la familia Ramos Palabra inició la bendición de su casa y comercios con la amenización del grupo Kory Canto que interpretó tonadas carnavaleras. En la misma zona, choferes de la línea de minibuses 274 empezaron a rociar con cerveza cada vehículo.

En la plaza Murillo, el secretario general del Concejo Municipal, Javier Zárate; el concejal Nicolás Huallpara; el oficial mayor de Culturas, Wálter Gómez, y el director de Patrimonio Intangible, Daniel Rico, encabezaron la ceremonia que estuvo acompañada por grupos autóctonos.

En algunos barrios de la zona Sur, La Prensa comprobó la escasa presencia de adornos carnavaleros y sólo en la calle 21 de San Miguel se instalaron puestos callejeros donde se expendían los ingredientes para el rito.

Decenas de familias de la zona de Retamani, afectada la semana pasada por la pérdida de sus viviendas a causa de deslizamientos de terrenos, no se olvidaron —en medio de la tragedia— de cumplir con la ofrenda a la Madre Tierra.

Además de adornar y rociar con alcohol sus pertenencias apiladas al aire libre, también pidieron bendición y protección para el suelo, aunque destrozado, aún de su propiedad.

Según Javier Zárate, el alcalde Juan Del Granado se trasladó al lugar “para proseguir, pese al feriado, con los trabajos de readecuación del área”. Cuando daban las 13.00 la autoridad ofreció un ají de fideo a quienes aún se resguardan en carpas e intentan recuperar algunos de sus objetos sepultados entre los escombros.

Bautizo a reos

El ex presidente de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) Santos Ramírez y el destituido prefecto de Pando Leopoldo Fernández fueron “bautizados” ayer en la cárcel de San Pedro, como sucede cada martes de Carnaval con todos los nuevos reos.

Ramírez cumple detención preventiva mientras se lleva adelante el proceso en el que se le incrimina por corrupción, daño al Estado, conducta antieconómica y uso indebido de influencias, entre otros delitos surgidos de una serie de hechos de corrupción. Fernández está en similar situación legal a causa de los hechos del 11 de septiembre de 2008 en Porvenir, Pando.

Según el director de este recinto, coronel Ernesto Michel, cada año los reos tienen la costumbre de “dar la bienvenida” a quienes llegaron a la cárcel por primera vez. “Les mojan, les pintan con crema de zapatos y les echan harina, mixtura y serpentinas. Todo este festejo se realiza en medio de una parrillada que es permitida, aunque vigilada de cerca por los uniformados”.

Ramírez que se encuentra interno en la sección Guanay, y que está detenido hace pocos días, de todas maneras participó porque, según la autoridad, “es una costumbre que todo reo debe cumplir, quiera o no”.

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