Miles de danzarines demostraron su fe y devoción a la Virgen del Socavón en el Último Convite, previo a la máxima expresión de los Andes como es el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Los danzarines de los distintos conjuntos que forman parte del Carnaval de Oruro se dieron cita en las calles Aroma y Potosí, lugar en el que se inició la romería del último ensayo, hacia el Santuario del Socavón.
El comienzo debía desarrollarse a las 07:00 horas, sin embargo sufrió un retraso de 45 minutos, lo cual influyó en el desarrollo del mismo.
La entrada la encabezó la imagen de la Virgen del Socavón y el primer conjunto fue la Gran Tradicional Atentica “Diablada Oruro”, que con sus 104 años de vida demostró alegría y garbo en su danza, además de la fuerte devoción de los bailarines, quienes se esforzaron por fe y al llegar al Santuario lo hicieron con cirios en mano, como una muestra de su amor hacia la Mamita.
Algo que sin lugar a dudas es único en el carnaval de Oruro es precisamente la devoción de los danzarines hacia la K’achamoza, la Virgen Morena del Socavón, ya que precisamente esa es la esencia del Carnaval de Oruro y el motivo principal por el que fue declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
LA PATRIA tuvo la oportunidad de acompañar, durante su recorrido, al primer conjunto que intervino en el último ensayo del Carnaval y algo que llamó mucho la atención es el sentimiento que cada danzarín tiene al ingresar al Santuario debido a que existe una mezcla de satisfacción al culminar la ruta y de emoción, que se hace mucho más grande al postrarse de rodillas ante la imagen de la Virgen milagrosa, la cual como toda una madre recibe a sus hijos peregrinos, quienes le hacen la promesa de danzar en su nombre.
El recorrido es largo y agotador, pero mientras suena la música los bailarines olvidan cansancio y expresan la mayor alegría, la cual aumenta y se mezcla con los sentimientos de emoción y melancolía mientras más se acercan al Santuario.
Quizá muchos danzarines se sienten agitados, cansados, pero una vez dentro del Santuario eso queda atrás ya que el sentimiento mayor es de amor a la Virgencita, o a la “Mamita”, como acostumbran llamarla muchos de los danzarines, entonces el agotamiento se disipa y da paso a la emoción, al palpitar de los corazones y a las lágrimas que se desbordan ante la satisfacción de haber cumplido el sacrificio en honor a la Madre de Dios y de la humanidad.
Los danzarines de los distintos conjuntos que forman parte del Carnaval de Oruro se dieron cita en las calles Aroma y Potosí, lugar en el que se inició la romería del último ensayo, hacia el Santuario del Socavón.
El comienzo debía desarrollarse a las 07:00 horas, sin embargo sufrió un retraso de 45 minutos, lo cual influyó en el desarrollo del mismo.
La entrada la encabezó la imagen de la Virgen del Socavón y el primer conjunto fue la Gran Tradicional Atentica “Diablada Oruro”, que con sus 104 años de vida demostró alegría y garbo en su danza, además de la fuerte devoción de los bailarines, quienes se esforzaron por fe y al llegar al Santuario lo hicieron con cirios en mano, como una muestra de su amor hacia la Mamita.
Algo que sin lugar a dudas es único en el carnaval de Oruro es precisamente la devoción de los danzarines hacia la K’achamoza, la Virgen Morena del Socavón, ya que precisamente esa es la esencia del Carnaval de Oruro y el motivo principal por el que fue declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
LA PATRIA tuvo la oportunidad de acompañar, durante su recorrido, al primer conjunto que intervino en el último ensayo del Carnaval y algo que llamó mucho la atención es el sentimiento que cada danzarín tiene al ingresar al Santuario debido a que existe una mezcla de satisfacción al culminar la ruta y de emoción, que se hace mucho más grande al postrarse de rodillas ante la imagen de la Virgen milagrosa, la cual como toda una madre recibe a sus hijos peregrinos, quienes le hacen la promesa de danzar en su nombre.
El recorrido es largo y agotador, pero mientras suena la música los bailarines olvidan cansancio y expresan la mayor alegría, la cual aumenta y se mezcla con los sentimientos de emoción y melancolía mientras más se acercan al Santuario.
Quizá muchos danzarines se sienten agitados, cansados, pero una vez dentro del Santuario eso queda atrás ya que el sentimiento mayor es de amor a la Virgencita, o a la “Mamita”, como acostumbran llamarla muchos de los danzarines, entonces el agotamiento se disipa y da paso a la emoción, al palpitar de los corazones y a las lágrimas que se desbordan ante la satisfacción de haber cumplido el sacrificio en honor a la Madre de Dios y de la humanidad.
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