Las mujeres de pollera en la morenada del Gran Poder ganaron un lugar destacado en sus fraternidades debido al manejo económico de sus negocios. Se trata de las dueñas del capital económico de ciertos sectores de comerciantes que impusieron un nuevo valor al hecho de usar polleras, dice una investigación de la fiesta.
El Instituto de Estudios Bolivianos (IEB), de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), llevaron a caboel proyecto de investigación “Fiesta Popular Paceña” que se ejecuta con el apoyo de la cooperación Asdi/SAREC. Se trata de siete investigaciones de las cuales dos están concentradas en la fiesta del Gran Poder.
El literato Cleverth Cárdenas es el coordinador de la indagación acerca de la presencia de las mujeres de pollera en las danzas de la morenada del Gran Poder. Uno de los resultados sorprendentes es haber descubierto que la participación masiva de las mujeres como un bloque que encabeza la danza no tiene ni 20 años de antigüedad.
Esto, dice Cárdenas, se puede comprobar al ver similares danzas en el carnaval de Oruro y en el Corso de Corsos en Cochabamba, donde la presencia de las cholas es menor o simplemente no existe. Entonces la pregunta es ¿qué posibilita que en la fiesta paceña la mujer de pollera sea el personaje más importante? Las versiones sobre su aparición son varias y algunas están cargadas de subjetividad, pero la hipótesis de los investigadores es que en los últimos años las mujeres comenzaron a “hacerse dueñas del capital” económico de sus familias y financiadotas de este acontecimiento.
Entonces la máxima de que “si quieres bailar morenada, tienes que tener platita” se cumple al pie de la letra en las fraternidades del Gran Poder. Y es que el costo o gasto que implica bailar morenada le asigna el nombre de “danza pesada”. Cárdenas advierte que en esta danza se puede advertir el valor asignado a las mujeres en “la matriz cultural de las clases populares de origen aymara”: ser ahorrativas, buenas administradoras y hábiles comerciantes.
“No fue una revolución, fue algo progresivo, no fue de la noche a la mañana, algunas comenzaron a bailar. Este grupo fue apoderándose del manejo del capital económico y del capital simbólico con el Gran Poder, que necesitaba cierto escape hacia otro lado, a apropiarse de otros códigos”.
Antes de que las cholas hicieran su aparición en las fraternidades, los travestis cumplían ese rol de mujeres de la morenada. En los años 70, cuenta Cárdenas, un travesti se acerco al dictador Hugo Banzer para darle un beso, y fue el motivo para la expulsión de ese grupo de las fraternidades.
Sin embargo ahora, cerca de la mitad del bloque de cholas no son tales. Se trata de jóvenes que en su vida cotidiana no usan pollera, pero que la adoptan para la fiesta “como una forma de regresar a la raíz materna”. Según el coordinador de esta investigación, no es igual el chico que se disfraza de un norte potosino, que nunca supo ni sabrá qué es ser norte potosino, frente a ellas que sí saben qué es ser una mujer de pollera en el contexto de la fiesta, algo entendido como un valor demasiado caro.
Cárdenas dice que a pesar de la determinación ideológica de la modernidad, ellas perciben como una “realización” el bailar con pollera porque esto implica onerosidad. Las cholas se pagan dos polleras como mínimo (para ensayo y para entrada), cada una de 100 dólares aproximadamente; una cuota de ingreso a la fraternidad; los fondos o enagüas que son a veces más caros que las polleras; y las joyas valoradas en miles de dólares. El prestigio se maneja por poder económico, manejo de dinero, flujo de capital.
El poder detrás del trono
¿Pero cuánto peso en las decisiones tienen ellas como actoras centrales de la fiesta? Cárdenas dice que ellas deciden el color de la pollera, y eso es importante debido a que el mito urbano dice que algunos pasantes viajan incluso a China a “arreglar” el diseño y color de la tela para que sea único desde la fábrica.
“Hemos estado en varias de sus reuniones, allí no aparece la mujer dirigente… La fraternidad se reúne (en un nivel de decisión), las mujeres no opinan mucho, pero se sabe que los esposos dicen lo que ellas les han dicho que digan… Por más que no esté en la reunión, la mujer decide. Obviamente, pro esta presencia fuerte de la modernidad impera la lógica machista, pero hay momento particulares donde nosotros hemos atestiguado ese poder las mujeres a través de las decisiones. En otros casos muchas mujeres dicen ‘mi esposo sabe’ cuando son ellas las que saben”, comenta Cárdenas.
Los casos son concretos y contados. Por ejemplo, este año los pasantes de los Fanáticos son dos mujeres (sobrina y tía) a pesar de que una de ellas es casada. Entonces la idea aymara del chacha warmi (dualidad hombre mujer) y la pareja no se ciñe estrictamente.
Una vez más el poder económico predomina. Es igual en todas las estructuras de las fraternidades, los bloques de profesionales, por ejemplo, saben que nunca podrán alcanzar el nivel económico de un gran comerciante como para aspirar a ser pasante de la fiesta.
¿Qué pasa con las figuras (jóvenes que utilizan el traje de chola estilizado)? Frente a una chola que puede gastar entre 300 a 500 dólares por su atuendo, las figuras pagan 50 y por más esbeltas que sean están al margen del circuito del prestigio. Cárdenas dice que en algunas fraternidades se hace un casting para elegir figuras, e incluso allí pesa más la ascendencia de la candidata que su porte. El Gran Poder funciona entorno a una lógica de inclusiones y exclusiones.
El contexto teórico
El estudio analítico está en su última fase de recolección de información. Cárdenas dice que frente a la teoría de Judith Butler de que existe una performance de género, en el caso de las mujeres de la morenada se ha hallado una performance pero no en el sentido clásico de dominación hacia ellas, es una lógica que no responde al modo occidental el hecho de que las mujeres se hayan apoderado de la fiesta y tengan prestigio no es para “representarse como sujetos desplazados en la escala social”, sino todo lo contrario.
En criterio del coordinador de la investigación, la feminista María Lugones que considera el problema de la colonialidad de género, tampoco logra explicar este contexto de reversión y subversión de otros valores implantados por la colonialidad y el machismo.
El Instituto de Estudios Bolivianos (IEB), de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), llevaron a caboel proyecto de investigación “Fiesta Popular Paceña” que se ejecuta con el apoyo de la cooperación Asdi/SAREC. Se trata de siete investigaciones de las cuales dos están concentradas en la fiesta del Gran Poder.
El literato Cleverth Cárdenas es el coordinador de la indagación acerca de la presencia de las mujeres de pollera en las danzas de la morenada del Gran Poder. Uno de los resultados sorprendentes es haber descubierto que la participación masiva de las mujeres como un bloque que encabeza la danza no tiene ni 20 años de antigüedad.
Esto, dice Cárdenas, se puede comprobar al ver similares danzas en el carnaval de Oruro y en el Corso de Corsos en Cochabamba, donde la presencia de las cholas es menor o simplemente no existe. Entonces la pregunta es ¿qué posibilita que en la fiesta paceña la mujer de pollera sea el personaje más importante? Las versiones sobre su aparición son varias y algunas están cargadas de subjetividad, pero la hipótesis de los investigadores es que en los últimos años las mujeres comenzaron a “hacerse dueñas del capital” económico de sus familias y financiadotas de este acontecimiento.
Entonces la máxima de que “si quieres bailar morenada, tienes que tener platita” se cumple al pie de la letra en las fraternidades del Gran Poder. Y es que el costo o gasto que implica bailar morenada le asigna el nombre de “danza pesada”. Cárdenas advierte que en esta danza se puede advertir el valor asignado a las mujeres en “la matriz cultural de las clases populares de origen aymara”: ser ahorrativas, buenas administradoras y hábiles comerciantes.
“No fue una revolución, fue algo progresivo, no fue de la noche a la mañana, algunas comenzaron a bailar. Este grupo fue apoderándose del manejo del capital económico y del capital simbólico con el Gran Poder, que necesitaba cierto escape hacia otro lado, a apropiarse de otros códigos”.
Antes de que las cholas hicieran su aparición en las fraternidades, los travestis cumplían ese rol de mujeres de la morenada. En los años 70, cuenta Cárdenas, un travesti se acerco al dictador Hugo Banzer para darle un beso, y fue el motivo para la expulsión de ese grupo de las fraternidades.
Sin embargo ahora, cerca de la mitad del bloque de cholas no son tales. Se trata de jóvenes que en su vida cotidiana no usan pollera, pero que la adoptan para la fiesta “como una forma de regresar a la raíz materna”. Según el coordinador de esta investigación, no es igual el chico que se disfraza de un norte potosino, que nunca supo ni sabrá qué es ser norte potosino, frente a ellas que sí saben qué es ser una mujer de pollera en el contexto de la fiesta, algo entendido como un valor demasiado caro.
Cárdenas dice que a pesar de la determinación ideológica de la modernidad, ellas perciben como una “realización” el bailar con pollera porque esto implica onerosidad. Las cholas se pagan dos polleras como mínimo (para ensayo y para entrada), cada una de 100 dólares aproximadamente; una cuota de ingreso a la fraternidad; los fondos o enagüas que son a veces más caros que las polleras; y las joyas valoradas en miles de dólares. El prestigio se maneja por poder económico, manejo de dinero, flujo de capital.
El poder detrás del trono
¿Pero cuánto peso en las decisiones tienen ellas como actoras centrales de la fiesta? Cárdenas dice que ellas deciden el color de la pollera, y eso es importante debido a que el mito urbano dice que algunos pasantes viajan incluso a China a “arreglar” el diseño y color de la tela para que sea único desde la fábrica.
“Hemos estado en varias de sus reuniones, allí no aparece la mujer dirigente… La fraternidad se reúne (en un nivel de decisión), las mujeres no opinan mucho, pero se sabe que los esposos dicen lo que ellas les han dicho que digan… Por más que no esté en la reunión, la mujer decide. Obviamente, pro esta presencia fuerte de la modernidad impera la lógica machista, pero hay momento particulares donde nosotros hemos atestiguado ese poder las mujeres a través de las decisiones. En otros casos muchas mujeres dicen ‘mi esposo sabe’ cuando son ellas las que saben”, comenta Cárdenas.
Los casos son concretos y contados. Por ejemplo, este año los pasantes de los Fanáticos son dos mujeres (sobrina y tía) a pesar de que una de ellas es casada. Entonces la idea aymara del chacha warmi (dualidad hombre mujer) y la pareja no se ciñe estrictamente.
Una vez más el poder económico predomina. Es igual en todas las estructuras de las fraternidades, los bloques de profesionales, por ejemplo, saben que nunca podrán alcanzar el nivel económico de un gran comerciante como para aspirar a ser pasante de la fiesta.
¿Qué pasa con las figuras (jóvenes que utilizan el traje de chola estilizado)? Frente a una chola que puede gastar entre 300 a 500 dólares por su atuendo, las figuras pagan 50 y por más esbeltas que sean están al margen del circuito del prestigio. Cárdenas dice que en algunas fraternidades se hace un casting para elegir figuras, e incluso allí pesa más la ascendencia de la candidata que su porte. El Gran Poder funciona entorno a una lógica de inclusiones y exclusiones.
El contexto teórico
El estudio analítico está en su última fase de recolección de información. Cárdenas dice que frente a la teoría de Judith Butler de que existe una performance de género, en el caso de las mujeres de la morenada se ha hallado una performance pero no en el sentido clásico de dominación hacia ellas, es una lógica que no responde al modo occidental el hecho de que las mujeres se hayan apoderado de la fiesta y tengan prestigio no es para “representarse como sujetos desplazados en la escala social”, sino todo lo contrario.
En criterio del coordinador de la investigación, la feminista María Lugones que considera el problema de la colonialidad de género, tampoco logra explicar este contexto de reversión y subversión de otros valores implantados por la colonialidad y el machismo.
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