Pollera verde esmeralda, chaqueta rojo punzó y un verso cantado a todo pulmón : “¡Viva, viva La Paz en su Bicentenario!”; así bailó en el Gran Poder el bloque de cholitas de la morenada Unión de Bordadores AMABA. Como ellas, los 40.000 fraternos de los 55 grupos que participaron ayer en la entrada rindieron homenaje a los 200 años de la gesta libertaria paceña.
“Algunos grupos tienen hasta bloques con los colores de La Paz y todos entramos por lo menos con banderitas”, explica Ángel Castro, de la llamerada San Andrés que este año se uniformó con el rojo y el verde paceños.
“Los fraternos del Señor Jesús del Gran Poder estamos llevando en nuestros trajes los colores de La Paz; no hay un paso del Bicentenario, pero el rojo y el verde están para celebrar”, explica Fernando Valencia, presidente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder (ACFGP).
Ayer madrugó. Junto a su directiva, Valencia estuvo a las 7.00 en el punto de partida de los grupos en la avenida Bautista antes de ir a la iglesia. “Pasé a pedirle al Señor del Gran Poder que todo vaya bien en su fiesta”, confiesa.
A las 11.00, en el palco oficial instalado en el Obelisco, cree que el Tata escuchó sus ruegos. “Estamos contentos porque la entrada transcurre con normalidad y brillo; hay un leve retraso en el paso de los grupos pero se está subsanando”, evalúa.
Doña Lidia Pabón Montaño (45) también madrugó, como todos los días de la Entrada del Gran Poder desde hace 30 años. “Yo bailo desde el vientre de mi mamá; y siempre con fe al Señor Jesús del Gran Poder”, cuenta en un descanso que les da a sus caderas que mueven las 40 polleras de su traje de waca waca.
“Mi madre, Aida Montaño, ha fundado la fraternidad Juventud Estrellas del Gran Poder y ahora, aunque no puede bailar porque ella ya tiene 75 años, me tiene a mí para seguir honrando al Señor”. Toma una cervecita antes de volver a animar a la gente con su colorida danza de polleras, toros y kusillos. “Después, nos vamos a ir todos los fraternos juntos a un local para compartir en una fiesta”, añade.
A mediodía, cuando la cuarta fraternidad, los wacas Juventud Estrellas, había hecho su paso por el palco, se produjo un revuelo en las graderías. “Ha llegado el Presi. El Evo está entrando”, alertaron los espectadores.
El mandatario Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera se acomodaron entre la Palla, la llamera Selene Pinto, y la Señorita Gran Poder, la morena Maya Méndez, con quienes conversaron y hasta bailaron. A la prensa, la saludaron de lejitos.
Frente al palco oficial se instaló la tribuna municipal; allí estaban autoridades ediles encabezadas por el presidente del Concejo, Luis Revilla, ante la ausencia del alcalde Juan del Granado, y el cuerpo diplomático.
“Es el tercer año que vengo y siempre es lindo el Gran Poder, pero este año me parece que hay buena organización y los grupos son más numerosos”, opina el embajador de Italia, Silvio Mignano, que bailó, cantó y aplaudió durante casi toda la jornada.
Isabel Salomé también gozó la entrada, pero intermitentemente. Cumpliendo su labor de guardia municipal, la “frutillita” tuvo que controlar la fluidez de la fiesta desde las 7.00 hasta las 14.00. “Algunas personas son maleducadas, quieren meterse a la vía, entre los bailarines; y no se dan cuenta que perjudican. A veces nos responden mal”, cuenta en uno de los baches entre grupos que no fueron pocos, pese a los intentos de la ACFGP.
“Para lograr mayor fluidez, la Policía está controlando que no entren limoneros y aguateros. Hay que socorrer a los bailarines, pero tenemos que despejar el eje central”, había explicado poco antes el directivo Fernando Valencia.
Las inmediaciones del folklódromo son un mercado persa: los vendedores ofertan desde chompas, pasando por aretes, radios a transistores, peluches y una amplia variedad de comida.
“Hasta el momento, sin novedad”, informa Jorge Siles, uno de los cientos de efectivos policiales que controla la seguridad de público y espectadores. “No hay mucho borracho, pero todavía es temprano”. Eran las 14.00; a las 20.00 ya pululaban varias personas ebrias a lo largo del circuito del folklódromo.
“La primera cerveza la he vendido a las 8.00 a unos jóvenes; después hay venta nomás”, cuenta Luis Copaja (19) vendedor ambulante de cerveza en la fiesta. Bebida infaltable pese a las recomendaciones de la ACFGP.
“Cuando bailo, no tomo... después, quizás en la fiesta”, explica Milena Villa, china de la Diablada Tradicional Unión de Bordadores. Como todos los fraternos, reafirma que la devoción al Señor Jesús del Gran Poder es la que le mueve a participar en la entrada. “Si no hay fe, no sirve”.
“Tengo mucha devoción a Jesús del Gran Poder; me encanta, es un Señor muy milagroso”, admite la estudiante paceña Janeth Montaño que brilla como figura de la morenada AMABA.
El móvil de la fe se complementa, en algunos casos, con la pasión por el folklore. “Este es el primer año que bailo morenada, pero por seis años he danzado caporales. Ahora voy a dobletear; después de terminar el recorrido con la Eloy Salmón voy a ir con otro grupo”, confiesa Leslie Morrison, figura de la morenada Eloy Salmón. La joven de ascendencia inglesa se declara “una enamorada del folklore y la cultura”.
A las 19.00, el grupo número 30, los caporales Chuquiagu Producciones hacía su paso por el palco oficial. Los 25 grupos restantes auguraban una larga noche a ritmo de morenadas, kullaguadas, t’inkus y diabladas.
“Para los paceños, el milagroso Jesús del Gran Poder es nuestra guía, nuestra protección... por eso los fraternos hemos entrado hasta el centro de La Paz y cada vez somos más los que bailamos”, reflexiona Lidia Pabón, camuflada entre sus 40 polleras. El próximo año, ella volverá a bailar en la Entrada del Gran Poder, como otros 40 mil devotos del Tata.
“Algunos grupos tienen hasta bloques con los colores de La Paz y todos entramos por lo menos con banderitas”, explica Ángel Castro, de la llamerada San Andrés que este año se uniformó con el rojo y el verde paceños.
“Los fraternos del Señor Jesús del Gran Poder estamos llevando en nuestros trajes los colores de La Paz; no hay un paso del Bicentenario, pero el rojo y el verde están para celebrar”, explica Fernando Valencia, presidente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder (ACFGP).
Ayer madrugó. Junto a su directiva, Valencia estuvo a las 7.00 en el punto de partida de los grupos en la avenida Bautista antes de ir a la iglesia. “Pasé a pedirle al Señor del Gran Poder que todo vaya bien en su fiesta”, confiesa.
A las 11.00, en el palco oficial instalado en el Obelisco, cree que el Tata escuchó sus ruegos. “Estamos contentos porque la entrada transcurre con normalidad y brillo; hay un leve retraso en el paso de los grupos pero se está subsanando”, evalúa.
Doña Lidia Pabón Montaño (45) también madrugó, como todos los días de la Entrada del Gran Poder desde hace 30 años. “Yo bailo desde el vientre de mi mamá; y siempre con fe al Señor Jesús del Gran Poder”, cuenta en un descanso que les da a sus caderas que mueven las 40 polleras de su traje de waca waca.
“Mi madre, Aida Montaño, ha fundado la fraternidad Juventud Estrellas del Gran Poder y ahora, aunque no puede bailar porque ella ya tiene 75 años, me tiene a mí para seguir honrando al Señor”. Toma una cervecita antes de volver a animar a la gente con su colorida danza de polleras, toros y kusillos. “Después, nos vamos a ir todos los fraternos juntos a un local para compartir en una fiesta”, añade.
A mediodía, cuando la cuarta fraternidad, los wacas Juventud Estrellas, había hecho su paso por el palco, se produjo un revuelo en las graderías. “Ha llegado el Presi. El Evo está entrando”, alertaron los espectadores.
El mandatario Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera se acomodaron entre la Palla, la llamera Selene Pinto, y la Señorita Gran Poder, la morena Maya Méndez, con quienes conversaron y hasta bailaron. A la prensa, la saludaron de lejitos.
Frente al palco oficial se instaló la tribuna municipal; allí estaban autoridades ediles encabezadas por el presidente del Concejo, Luis Revilla, ante la ausencia del alcalde Juan del Granado, y el cuerpo diplomático.
“Es el tercer año que vengo y siempre es lindo el Gran Poder, pero este año me parece que hay buena organización y los grupos son más numerosos”, opina el embajador de Italia, Silvio Mignano, que bailó, cantó y aplaudió durante casi toda la jornada.
Isabel Salomé también gozó la entrada, pero intermitentemente. Cumpliendo su labor de guardia municipal, la “frutillita” tuvo que controlar la fluidez de la fiesta desde las 7.00 hasta las 14.00. “Algunas personas son maleducadas, quieren meterse a la vía, entre los bailarines; y no se dan cuenta que perjudican. A veces nos responden mal”, cuenta en uno de los baches entre grupos que no fueron pocos, pese a los intentos de la ACFGP.
“Para lograr mayor fluidez, la Policía está controlando que no entren limoneros y aguateros. Hay que socorrer a los bailarines, pero tenemos que despejar el eje central”, había explicado poco antes el directivo Fernando Valencia.
Las inmediaciones del folklódromo son un mercado persa: los vendedores ofertan desde chompas, pasando por aretes, radios a transistores, peluches y una amplia variedad de comida.
“Hasta el momento, sin novedad”, informa Jorge Siles, uno de los cientos de efectivos policiales que controla la seguridad de público y espectadores. “No hay mucho borracho, pero todavía es temprano”. Eran las 14.00; a las 20.00 ya pululaban varias personas ebrias a lo largo del circuito del folklódromo.
“La primera cerveza la he vendido a las 8.00 a unos jóvenes; después hay venta nomás”, cuenta Luis Copaja (19) vendedor ambulante de cerveza en la fiesta. Bebida infaltable pese a las recomendaciones de la ACFGP.
“Cuando bailo, no tomo... después, quizás en la fiesta”, explica Milena Villa, china de la Diablada Tradicional Unión de Bordadores. Como todos los fraternos, reafirma que la devoción al Señor Jesús del Gran Poder es la que le mueve a participar en la entrada. “Si no hay fe, no sirve”.
“Tengo mucha devoción a Jesús del Gran Poder; me encanta, es un Señor muy milagroso”, admite la estudiante paceña Janeth Montaño que brilla como figura de la morenada AMABA.
El móvil de la fe se complementa, en algunos casos, con la pasión por el folklore. “Este es el primer año que bailo morenada, pero por seis años he danzado caporales. Ahora voy a dobletear; después de terminar el recorrido con la Eloy Salmón voy a ir con otro grupo”, confiesa Leslie Morrison, figura de la morenada Eloy Salmón. La joven de ascendencia inglesa se declara “una enamorada del folklore y la cultura”.
A las 19.00, el grupo número 30, los caporales Chuquiagu Producciones hacía su paso por el palco oficial. Los 25 grupos restantes auguraban una larga noche a ritmo de morenadas, kullaguadas, t’inkus y diabladas.
“Para los paceños, el milagroso Jesús del Gran Poder es nuestra guía, nuestra protección... por eso los fraternos hemos entrado hasta el centro de La Paz y cada vez somos más los que bailamos”, reflexiona Lidia Pabón, camuflada entre sus 40 polleras. El próximo año, ella volverá a bailar en la Entrada del Gran Poder, como otros 40 mil devotos del Tata.
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