16 de agosto de 2009

Entre las piedras, el milagro de la “mamita” que nunca falla


Incienso, serpentinas, piedras que simbolizan dinero y dones como la salud o el trabajo

“Un día vine pobre y ahora me voy en mi propio auto”, cuenta emocionado Fernando Páramo, que trajo desde Santa Cruz una pesada piedra para devolver a la Virgen de Urkupiña, aunque el peso de la piedra no se compara con el tamaño de su fe.


Fernando recuerda que el año pasado acudió a la fiesta de su “mamita” y reconoce que lo hizo “sin pensar” y le pidió un auto. Volvió a Santa Cruz y poco tiempo después se le hizo “el milagro” porque surgió la oportunidad de comprar un auto y poder trabajar.


En ese auto, llegó con su familia al Calvario el martes pasado para cumplir con el ritual que manda a devolver el “préstamo” obtenido de la Virgen, que son las piedras que los devotos se llevan de las canteras. Fernando vino a devolver la piedra, pero, además, a llevarse otro “préstamo”: un auto más para su suegra, que, sentada a su lado, asentía convencida cada expresión de fe de su hijo político.


Ya sea para dejar la piedra del año pasado o para llevarse una nueva, los devotos, que comienzan a llegar a Quillacollo desde fines de julio, siguen estrictamente el ritual. Cada piedra extraída debe ser ch’allada. Para eso, se revientan cohetillos en señal de alegría por la dádiva, se adorna con serpentinas y se le “invita” cerveza o chicha a la Pachamama. Y los devotos también beben para celebrar.


Sacar la piedra tiene que ver más con la fe que con la fuerza, dice don Celso Somonte, que limpia su cantera para los visitantes y alista sus combos para alquilar. El precio base del alquiler es de cinco bolivianos, pero si el devoto saca un pedrón de buen tamaño, el precio sube. Y es que mientras más grande la piedra, más grande el don de la Virgen con sus fieles.


“Hay que sudar para sacar la piedra, eso es plata y la plata con sacrificio se consigue. Algunos sacan piedritas chiquitas, eso es que no están viniendo con fe”, sentencia don Celso.


Una vez que Fernando Páramo cumplió con el ritual, puso sus pedrones en una bolsita de plástico que las vendedoras del lugar ofrecen por todas partes y bajó hasta la entrada del Calvario. Allí compró una mesa para la Pachamama, adornada con misterios que son una especie de golosinas cuadradas con figuras de casas, autos y otras cosas que los devotos piden a la Virgen, la “mesa” es colocada en un brasero y cuando el incienso comienza a humear, el “sahumeador” la ofrece con la vista hacia el santuario, luego envuelve en el humo del incienso las piedras y los billetes, autos y otros dones materiales para bendecirlos en busca de que se hagan realidad. Las manos del devoto también son pasadas por el humo aromático y para terminar se repite la invitación de bebidas a la madre Tierra.


“El incienso es el perfume de la Virgen que nos envuelve, el sahumerio es el alimento para la Pachamama, su fiambre y la cervecita es su t’inka, su agradecimiento”, explica Esteban Ramos, uno de los sahumeadores que mantiene viva la tradición.
Luego de la bendición y ch’alla, un perfecto ejemplo del sincretismo religioso y cultural de la festividad de la Virgen de Urkupiña, Fernando y su familia abandonan el Calvario pidiéndole a la Milagrosa que les permita volver al año a visitarla.



OFRENDA DE FE

“Armonía, paz, unión en el hogar, el pan del día que no falte, trabajo permanente, buenas ganancias, buenos ahorros, sabiduría, inteligencia, zapatos para los escolares, dale a tu siervo. Me lo vas a cubrir con tu manto sagrado, de toda tranca, envidia o enfermedad.
Son tus peregrinos que vienen a pedir tu protección. No los desampares ante cualquier peligro. Al mismo tiempo, te devuelven este capital con agradecimiento por las bendiciones, por los favores y dejar en tus bancos sagrados. Ahora, no te deben. Me los vas a dar el doble. Sabes con qué sentimiento han venido…”
Es parte de la oración que una sahumeadora eleva a la Virgen de Urkupiña mientras ch’alla los dones que la tarijeña Aurora Ramírez se llevará a su tierra.

El precio de la fe

La visita al Calvario para cumplir con el ritual de agradecer o pedir favores a la Virgen de Urkupiña, es lo que mueve la fe de los miles de peregrinos, nacionales y extranjeros, que llegan hasta el cerro de Cota, a veces hasta de rodillas.


Nada más llegar al santuario, el devoto hace su primer gasto comprando las velas que encenderá a la Virgen. Cuando sube a las canteras para pedir “prestado”, el alquiler del combo le cuesta entre cinco y 15 bolivianos, dependiendo el tamaño del “dinero” que se llevará. La ch’alla y sahumerio le cuestan unos 10 bolivianos, la cerveza otros 10 y la bolsita para llevar todo a casa, 2 bolivianos.


Así, el devoto llegar a gastar como unos 35 bolivianos en cumplir con todo el ritual, para poder irse con la tranquilidad de haber hecho todo lo necesario para que la Virgen le conceda los favores solicitados.


Es posible que si sacó una piedra de considerable tamaño y además sus necesidades son muchas y lleva fajos de billetes, casa, auto y otros bienes, tenga que alquilar una carretilla para bajar hasta la entrada, lo que significará un costo adicional de 2 a 3 bolivianos. Son los costos del préstamo.

Sahumeros.com

Con la finalidad de brindar un servicio “garantizado y responsable”, hace 11 años, unos 36 sahumeadores se asociaron formando un gremio a nivel nacional, con personería jurídica y página Web incluida.


“Somos personas responsables, hacemos el trabajo dando garantía a la gente porque hay muchos que se dedican a esto, pero no es con fe, esos jovencitos de abajo se quitonean y cualquier cosa hacen como sahumerio”, dice José Choque, un sahumeador que señala tener su “consultorio” en El Alto (La Paz), mientras muestra la tarjeta de identificación de su gremio, en la que llama la atención la existencia de la página Web institucional www.qhutiya.org junto al mail personal del sahumeador.


Choque afirma que su organización “atiende” las festividades del Tata Bombori, de la Virgen de Urkupiña y la Virgen de Cotoca, en Bolivia, y en el exterior la festividad de la Virgen de Agua Clarante.


“Recorremos a nivel nacional para que no haya problemas, la ch’alla cuesta su voluntad, pero máximo 10 pesos es, eso está reglamentado, no se puede cobrar más”, dice.

los “picapiedras”

Los afiliados a la Federación de Picapiedras, quienes se encargan de las canteras del Calvario, son los “cajeros” de la Virgen de Urkupiña porque los devotos llegan hasta ellos para alquilar un combo y golpear la roca para obtener el “préstamo” de la Mamita.


Juan de Dios Asprilla, un anciano dueño de una de las canteras que trabaja en el lugar hace unos 30 años, recuerda que en sus inicios la federación aglutinaba a unos 1.000 picapedreros que, para tener derecho a un espacio en las vetas, debían pagar una “donación”.


Actualmente, la federación está fragmentada, pero el derecho de veta se mantiene y es de 40 bolivianos, cuya cobranza está a cargo de funcionarios de la parroquia, según explicó el anciano. “Hace años tenía mi puesto más abajo, hemos ido recorriendo, cuando se acaba la piedra, cavamos y tenemos que llevar cargando la tierra hasta afuera, pesado es”, dice.


Según sus reglas, cada cantero debe tener un espacio máximo de tres o cuatro metros cuadrados, “pero ahora hay gente que tiene hasta cuatro puestos y eso perjudica”, se lamenta mientras limpia de tierra y pedruscos su espacio.

los creyentes cuentan sus experiencias

“Es la primera vez que vengo, llegué hoy (martes). Vine porque mi hija tenía problemas de salud y le he pedido milagros a santos y vírgenes milagrosos y ahora cumplo mis promesas porque mi hija se ha salvado. Estoy agradeciendo a la virgencita y pedirle por mi hija que estuvo en peligro.


También vine a pedir cosas materiales, estoy llevando lo que quisiera que tengan mis hijos aparte de salud, dinero, vivienda, movilidad. Le he pedido que vivan tranquilos, que no tengan problemas y le he expresado mi fe y gratitud. A la noche misma voy a regresar, ya he cumplido con la virgencita como ella ha cumplido conmigo”.

Aurora Ramírez, Tarijeña

“Mi familia y yo vinimos en el auto que la Virgen nos dio. El año pasado, un día vinimos, así sin pensar no más y me pedí un auto y le dije que espero que pueda venir de nuevo y me volví. Pasando la fiesta, al poco tiempo se me presentó la oportunidad de comprarme el carrito y ahora estoy aquí con el milagro. Igual hoy no pensé poder venir, pero aquí estoy, si hay fe la Virgen te responde, hasta la familia se une más fuerte, con cadenas.


Ahora vine con mi suegra y me estoy llevando otro carrito porque quiero que ella también tenga, así que al año vamos a volver para agradecer, sé que vamos a tener”.

Fernando Páramo, Cruceño

“Vinimos varios chilenos, mis amigos son de Calama, de Santiago y de Antofagasta. Es que desde hace 25 años que se celebra la fiesta de la Virgencita allá, desde que una familia boliviana llevó su estampita, velamos, rezamos 14 días antes, con coca masticada, con todo. El 15 de agosto en Chile pasamos fiesta, se hace la ch’alla de vehículos, de cargas, hay pasantes y se hace la fiesta como aquí, por eso vinimos ahora, para poder regresar a tiempo para la fiesta.


Es la segunda vez que yo vengo, vinimos a devolver nuestras piedras del año pasado y a llevarnos otras pidiendo el favor de la Virgen”.

Janeth Cuello, Chilena

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