En medio de ensordecedores y poderosos sones, las bandas de música participantes del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, cerraron como corolario, el sábado de Peregrinación, que concluyó cerca de las 08:00 de la mañana, en exteriores del Santuario del Socavón.
Sin duda alguna esta es otra tradicional actividad que rinde culto al sol y saluda a la Mamita del Socavón, forma parte de la autenticidad del esta imponente manifestación devocional.
Ancestrales cultos andinos, confirman el respeto para con las “deidades” telúrico-cosmogónicas como el Tata Inti o Sol, además de otros astros y fenómenos celestes.
El Alba tiene como esencia primigenia el solsticio de invierno, el 21 de junio, los mismos elementos son conceptualizados en la Anata, por tanto la alegría con la que se reciben los primeros rayos del sol viene acompañada de la ch’alla, la comida comunitaria (Ajthapi), el acullico o masticación de la hoja de coca y desde luego la efervescencia de las bandas de música.
“La música, la gente, el Santuario, encierran un todo que también forma parte de la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad… que te puedo decir, es maravilloso”, señaló, “api” en mano, Horacio Vaschetti, periodista uruguayo.
Es por eso que se espera el amanecer del domingo, en el epicentro del Carnaval, el Santuario de la Virgen del Socavón, pues también se saluda a la Patrona de los mineros, con los primeros rayos del astro rey, revelando otro aspecto del sincretismo de la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
SERENO
Por otra parte, se tiene la creencia ancestral de que hay una deidad dueña de la música, se trata del “sereno” o “sireno” y que las bandas más potentes tienen un dios más grande y más poderoso, por lo que en el Alba éstas compiten por tocar más fuerte y mejor.
Sin duda alguna esta es otra tradicional actividad que rinde culto al sol y saluda a la Mamita del Socavón, forma parte de la autenticidad del esta imponente manifestación devocional.
Ancestrales cultos andinos, confirman el respeto para con las “deidades” telúrico-cosmogónicas como el Tata Inti o Sol, además de otros astros y fenómenos celestes.
El Alba tiene como esencia primigenia el solsticio de invierno, el 21 de junio, los mismos elementos son conceptualizados en la Anata, por tanto la alegría con la que se reciben los primeros rayos del sol viene acompañada de la ch’alla, la comida comunitaria (Ajthapi), el acullico o masticación de la hoja de coca y desde luego la efervescencia de las bandas de música.
“La música, la gente, el Santuario, encierran un todo que también forma parte de la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad… que te puedo decir, es maravilloso”, señaló, “api” en mano, Horacio Vaschetti, periodista uruguayo.
Es por eso que se espera el amanecer del domingo, en el epicentro del Carnaval, el Santuario de la Virgen del Socavón, pues también se saluda a la Patrona de los mineros, con los primeros rayos del astro rey, revelando otro aspecto del sincretismo de la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
SERENO
Por otra parte, se tiene la creencia ancestral de que hay una deidad dueña de la música, se trata del “sereno” o “sireno” y que las bandas más potentes tienen un dios más grande y más poderoso, por lo que en el Alba éstas compiten por tocar más fuerte y mejor.
Según la creencia, antes de usar los instrumentos musicales, el intérprete va con un yatiri a un lugar sagrado donde se llama al “sereno”, al que se alimenta para que se anime a entrar en el instrumento donde vivirá y de donde luego hará que salgan hermosas melodías.
Se dice que el “sereno” vive en la oscuridad de las cavidades que tienen los instrumentos musicales por lo que éste genera la melodía que sale con fuerza, por eso el músico además está obligado a cuidar su instrumento con celo.
MUSICA DE “MODA” EN LAS BANDAS
Las bandas forman parte de los actores que hacen al Carnaval, trompetas, helicones, bajos, tambores, bombos y platillos entre otros configuran otro espacio, que varía en cada versión del Gran Antruejo.
Morenadas como “La Promesa” del grupo Bonanza, María Pilpinto de María Juana o Cecilia de Jach’a Mallku, fueron adaptadas a la música de banda, que varía de la interpretación con instrumentos folklóricos.
“Los danzarines nos piden que toquemos música que se escucha por radio, morenadas en especial, música que está de moda, para nosotros resulta fácil, esto pasa cada año”, respondió Demetrio Quispe integrante de una de las bandas más destacadas, Central Cocani.
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