Cumpliendo una tradición de la familia cooperativista minera, ayer se desarrolló la misa de acción de gracias en el templo de San Martín, con la presencia de una mayoría de los representantes de las cooperativas afiliadas a Fedecomin.
Esa actividad es la tradicional ofrenda y el agradecimiento a Dios por los favores recibidos en la explotación minera y el acto de invocación por mejores días.
En la ceremonia, los dirigentes y trabajadores mineros pidieron con devoción y fe un mejor año en la producción, mayor unidad en sus familias y en la actividad laboral.
Cumplido los actos litúrgicos, los bailarines de las 42 fraternidades recorrieron las calles que llevan al centro de la ciudad e ingresaron a la plaza 10 de Noviembre en una nueva muestra de habilidad en la danza de cada uno de los grupos.
El colorido, la alegría, el ritmo y la coreografía fueron apreciados por una gran cantidad de gente que se apostó a lo largo de las calles por donde los bailarines hicieron su demostración.
No faltaron los globos de agua que fueron lanzados por los jóvenes y niños, unos dirigidos a los bailarines y otros a los observadores que se encontraban al frente de la calle.
Las fraternidades que ingresaron a la plaza central, continuaron bailando
hasta los salones de fiestas de su propio edificio o contratado para continuar con la celebración del último día del Carnaval Minero, con la promesa de volver el año siguiente con mayor fe y devoción.
Esa actividad es la tradicional ofrenda y el agradecimiento a Dios por los favores recibidos en la explotación minera y el acto de invocación por mejores días.
En la ceremonia, los dirigentes y trabajadores mineros pidieron con devoción y fe un mejor año en la producción, mayor unidad en sus familias y en la actividad laboral.
Cumplido los actos litúrgicos, los bailarines de las 42 fraternidades recorrieron las calles que llevan al centro de la ciudad e ingresaron a la plaza 10 de Noviembre en una nueva muestra de habilidad en la danza de cada uno de los grupos.
El colorido, la alegría, el ritmo y la coreografía fueron apreciados por una gran cantidad de gente que se apostó a lo largo de las calles por donde los bailarines hicieron su demostración.
No faltaron los globos de agua que fueron lanzados por los jóvenes y niños, unos dirigidos a los bailarines y otros a los observadores que se encontraban al frente de la calle.
Las fraternidades que ingresaron a la plaza central, continuaron bailando
hasta los salones de fiestas de su propio edificio o contratado para continuar con la celebración del último día del Carnaval Minero, con la promesa de volver el año siguiente con mayor fe y devoción.
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