8 de febrero de 2010

Sucre: Carnaval Nativo fue un derroche de autenticidad cultural y alegría

Una espectacular demostración cultural se vio ayer en el Carnaval Nativo de Lajastambo. Y aunque hubo tensión y riesgo de enfrentamiento en un principio, debido a una disputa política entre dos grupos de dirigentes vecinales, la tradición pudo más y la fiesta no tuvo mayores inconvenientes.

El Carnaval Nativo de Lajastambo comenzó con un retraso de más de tres horas, debido a que una fracción de dirigentes de la Mancomunidad de Lajastambo, simpatizantes del MAS, cumplió la amenaza que había hecho pública el pasado viernes: la de no permitir la realización del evento, porque dijeron que se trataba de una "jugada" política de la "derecha", y que querían utilizar a la gente de ese lugar, ofreciéndoles premios en efectivo para favorecer a uno u otro candidato.

Hubo que negociar, para no suspender el evento. Los dirigentes vecinales improvisaron una asamblea, que estuvo matizada más por la tensión que por la búsqueda de consenso.

"Tenían posiciones irreconciliables", describió muy bien ese momento el oficial mayor de Desarrollo Humano y Social del Gobierno Municipal de Sucre, Juan José Pacheco.

LOS INCIDENTES

El Carnaval Nativo debió realizarse en inmediaciones del mercado que está siendo financiado por el gobierno de Evo Morales. Sin embargo, la fracción de dirigentes de la Mancomunidad de Lajastambo lo impidió, obligando a trasladar el evento unos metros más abajo. "Pero igual este es nuestro territorio", se quejó luego Justino Romero, la principal cabeza de la fracción de dirigentes de la Mancomunidad de Lajastambo, que se opuso a la realización del evento.

El momento más tenso, ocurrió cuanto los dirigentes vecinales del Distrito 3 decidieron iniciar el evento, pese a que, horas antes, el alcalde Hugo Loayza había instruido suspenderlo, para evitar posibles enfrentamientos, según informó Pacheco.

Así, mientras el grupo de dirigentes encabezados por Justino Romero todavía discutían cómo evitar la realización del evento, a sólo unos metros del escenario principal, las comunidades inscritas para participar del mismo –33 en total, según el reporte oficial de la organización–, iniciaron el desfile, con la participación del Batallón V de Ingenieros a la cabeza, pasadas las 12:00.

El grupo de Justino Romero se sorprendió con ello, y entonces comenzaron las discusiones sobre intervenir o no el evento. Algunos dirigentes, muy molestos, incitaron a ello. Hubo, sin embargo, alguien que actuó con sensatez. "¿Quién se va responsabilizar si corre sangre?", se escuchó decir repetidas veces, lo que, menos mal, disipó el riesgo de enfrentamiento.

LA SEGURIDAD

A unos 50 metros del lugar, se encontraba todo un escuadrón de policías, bien equipado, listo para actuar ante cualquier posible hecho de violencia.

Al final, Romero y el grupo de dirigentes que lo acompañaba decidieron retirarse. "Algunos (dirigentes) quieren intervenir, pero no lo vamos a hacer, porque hay gente de otros lados", dijo Romero antes de marcharse.

Del otro lado, las comunidades participantes continuaron con su desfile, y a nadie más le importó si había o no tinte político en la organización del evento. La gente bailó, bebió, se divirtió, se sacó fotos e hizo del Carnaval Nativo una inolvidable fiesta.

Con potencial turístico

El Gobierno Municipal va a tener que pensar seriamente en construir un escenario exclusivo en ese lugar para la realización del Carnaval Nativo de Lajastambo.

Lo que se vio ayer no sólo fue una demostración de autenticidad cultural y de alegría: también se descubrió que el Carnaval Nativo tiene vasto potencial para ser explotado turísticamente.

Es que, además, la gente del lugar se esmera para presentarse en ese carnaval: estrenan vistosos y coloridos trajes, preparan singulares coreografías y cantan como si tuvieran innata esa cualidad. Es un verdadero espectáculo, digno de ser transmitido incluso por televisión.

Además, lo de ayer generó un movimiento económico que benefició a la gente de ese lugar, y que bien puede crecer en los próximos años.

Lo mejor, fue la alegría de los danzarines y de los músicos, que no se cansaron de bailar ni de cantar, pese al sofocante calor que acompañó la jornada. Fue una excusa más para que muchos bebieran más de una tutuma de chicha helada.



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