En respuesta a la denuncia del bloque Sambos de Corazón, del Conjunto Folklórico Sambos Caporales y el bloque infantil de la Diablada Artística Urus, exigiendo a Carla Pinky Arias Quispe, la devolución de una parte del pago de sus trajes aduciendo mala confección, la diseñadora desmintió esas afirmaciones.
Las danzarinas y sus guías denunciaron con pruebas el supuesto mal trabajo de confección en costura, bordado, entallado y telas no establecidas y acordadas en primera instancia por ambas partes.
“A la guía de este bloque (Sambos) le di el boceto correspondiente y vimos algunos colores y detalles que ella iba a exponer a su grupo, luego ella se comprometió a venir para confirmar mi trabajo, porque estábamos en octubre, cuando aún no se reciben trabajos”, señaló la diseñadora Pinky.
Al presentar la denuncia, integrantes de Sambos Caporales explicaron que la diseñadora ofreció un producto de primera calidad, totalmente diferente al entregado aproximadamente a las 4 de la madrugada del sábado de peregrinación.
Al respecto, Pinky argumentó que después del Convite las guías del bloque dieron a conocer una lista que consignaba a 30 danzarinas con quienes se acordaron detalles del diseño, pero luego se agregó a 19 personas para quienes por el tiempo en que se hizo conocer esa posibilidad de confección tuvo que cambiarse de tela pues ya se había realizado un pedido al interior del país.
Según la diseñadora, la noche del viernes y la madrugada del sábado horas antes de Carnaval, citó a padres de familia del bloque infantil de la Diablada Artística Urus a las 08:00 de la noche y al bloque Sambos de Corazón a las 22:00 horas para entregar sus trajes, sin embargo ambos bloques se dieron cita en su taller alrededor de las diez de la noche.
“Invadieron mi taller, ingresaron de forma violenta desordenaron los trajes que tenían sus nombres, se robaron revistas, bijouterie y dañaron una máquina industrial de costura, yo no pude hacer nada y se fueron a las 4 de la mañana en medio de insultos”, explicó Pinky.
Respecto a los precios, la diseñadora indicó que en primera instancia a las 30 primeras danzarinas del bloque Sambos, se tendría que haber cobrado Bs. 1.200 y a las restantes 19, Bs.1.500, hecho que no ocurrió pues la mayoría pagó solamente Bs. 800.
En cuanto al conflicto con el bloque infantil de la Diablada Urus, la aludida mencionó que el precio convenido fue de Bs. 1.500, que finalmente sólo fue de Bs. 1.000 “por la intransigencia de los padres de familia”, que observaron la confección del traje de las menores.
Finalmente indicó que junto a su abogado decidieron llevar este entuerto a instancias legales, mencionando que los trajes presentados como evidencia de su trabajo son parte de una tramoya para desprestigiarla.
Las danzarinas y sus guías denunciaron con pruebas el supuesto mal trabajo de confección en costura, bordado, entallado y telas no establecidas y acordadas en primera instancia por ambas partes.
“A la guía de este bloque (Sambos) le di el boceto correspondiente y vimos algunos colores y detalles que ella iba a exponer a su grupo, luego ella se comprometió a venir para confirmar mi trabajo, porque estábamos en octubre, cuando aún no se reciben trabajos”, señaló la diseñadora Pinky.
Al presentar la denuncia, integrantes de Sambos Caporales explicaron que la diseñadora ofreció un producto de primera calidad, totalmente diferente al entregado aproximadamente a las 4 de la madrugada del sábado de peregrinación.
Al respecto, Pinky argumentó que después del Convite las guías del bloque dieron a conocer una lista que consignaba a 30 danzarinas con quienes se acordaron detalles del diseño, pero luego se agregó a 19 personas para quienes por el tiempo en que se hizo conocer esa posibilidad de confección tuvo que cambiarse de tela pues ya se había realizado un pedido al interior del país.
Según la diseñadora, la noche del viernes y la madrugada del sábado horas antes de Carnaval, citó a padres de familia del bloque infantil de la Diablada Artística Urus a las 08:00 de la noche y al bloque Sambos de Corazón a las 22:00 horas para entregar sus trajes, sin embargo ambos bloques se dieron cita en su taller alrededor de las diez de la noche.
“Invadieron mi taller, ingresaron de forma violenta desordenaron los trajes que tenían sus nombres, se robaron revistas, bijouterie y dañaron una máquina industrial de costura, yo no pude hacer nada y se fueron a las 4 de la mañana en medio de insultos”, explicó Pinky.
Respecto a los precios, la diseñadora indicó que en primera instancia a las 30 primeras danzarinas del bloque Sambos, se tendría que haber cobrado Bs. 1.200 y a las restantes 19, Bs.1.500, hecho que no ocurrió pues la mayoría pagó solamente Bs. 800.
En cuanto al conflicto con el bloque infantil de la Diablada Urus, la aludida mencionó que el precio convenido fue de Bs. 1.500, que finalmente sólo fue de Bs. 1.000 “por la intransigencia de los padres de familia”, que observaron la confección del traje de las menores.
Finalmente indicó que junto a su abogado decidieron llevar este entuerto a instancias legales, mencionando que los trajes presentados como evidencia de su trabajo son parte de una tramoya para desprestigiarla.
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