Aproximadamente 17 morenadas conformadas por un total de 10 mil bailarines participarán en la entrada del Señor “Jesús del Gran Poder” a desarrollarse el próximo sábado 29 de mayo.
Esta danza que es denominada “pesada” mantiene supremacía en la festividad por la cantidad de personas que la interpretan, además por la lujosa exhibición de trajes, joyas y bandas que le dan un matiz de “suntuosa” a la festividad.
CENTRO DE ATENCIÓN
En los últimos años las morenadas fueron el centro de atención de las entradas folklóricas, los danzarines lucen ropa nueva, innovadora y casi siempre sorprenden con los colores y las joyas que año tras año presentan.
Al ritmo de las canciones nuevas, los morenos y sus parejas, renuevan su fe ante el Señor Jesús del Gran Poder, agradeciendo por los favores recibidos por su gracia, y demostrando su opulencia.
La mayoría de estas fraternidades que hacen sus mejores pasos frente a la imagen del Señor Jesús del Gran Poder, por la calle Antonio Gallardo, de la misma zona, lucen sus mejores galas ostentando el poder económico que caracteriza a estos grupos.
DETALLES RELEVANTES
Grandes topos, aretes y ramilletes en los sombreros obligan a muchas bailarinas llevar seguridad privada, porque el riesgo que corren es grande.
Las camisas de varón también llaman la atención de los espectadores, por los bordados trabajados con finos hilos y mucho detalle que caracteriza a cada una de las fraternidades.
Otro detalle muy relevante de estas fraternidades es que van acompañadas de las mejores bandas del país que también llaman la atención de las personas que se dan cita en la zona por las coreografías que presentan.
Otro elemento característico de esta danza, son las matracas cuyos diseños y colores van acorde con su vestimenta, lo propio sucederá con las máscaras, botas y otros detalles que los distinguen de sus competidores que desean ser los que abran la entrada del Gran Poder. l
ORÍGENES DE LA MORENADA
De acuerdo a David Mendoza, sociólogo investigador, el origen de la morenada se remonta al empleo de esclavos negros en el Potosí colonial, donde eran comprados por los mineros para reemplazar a los mitayos indígenas.
“El tráfico de esclavos hacia Charcas, vía Panamá y luego Buenos Aires, fue monopolio de compañías mercantiles europeas. De acuerdo a los archivos de Liverpool, se calcula que en sólo diez años (1783 - 1793), 878 barcos llevaron a la América 300 mil esclavos negros, que llegaron a ser vendidos en 15 millones de libras” dijo.
Acotó que el valor económico del negro en Charcas se medía por la edad y su nivel de adaptación. Hombres y mujeres en edad hábil tenían mayor valor. “Los morenos criollos que tenían algún oficio, contaban más que los esclavos negros” dijo.
Explicó que el hambre, la sed, el frío, la alta presión arterial, la insuficiencia de oxígeno, el rigor del látigo y las marchas forzadas presagiaban una muerte segura, por ello fueron llevados a los Yungas donde se adaptaron por el clima más cálido; allí sobresalía la hacienda de Mururata por su abolengo étnico, donde se mantuvieron por mucho tiempo las costumbres, incluso, se cuenta la existencia de un micro Señorío como la realeza de la dinastía de los reyes Bonifacio.
“Fue así que angolas y congos bolivianos, vistos con sorpresa y conmiseración por quechuas y aymaras, dieron lugar a la danza de la morenada y en ese contexto, el pesado pollerín plateado del moreno, tiene diversas interpretaciones: representaría, por ejemplo, la opulencia de su amo, y significaría también que vestía una costosa ropa de perlas en razón del alto precio que los azogueros pagaban por él, mientras tanto, el clásico sonido del traqueo de las matracas recordaría las cruciales marchas de internación de los esclavos negros hacia Charcas, Potosí y los Yungas, acompañadas por el continuo chirriar de las vetustas carrozas y las pesadas cadenas”, relató.
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