Con la promesa de fe ante el Señor Jesús del Gran Poder, más de 60 fraternidades marcaron ayer su paso al ritmo de múltiples danzas en el último convite de la mayor entrada folklórica religiosa de la cultura paceña.
El distrito Max Paredes paralizó sus actividades para dar paso a miles de bailarines, que se concentraron a primeras horas del día en la calle Nardín Rivas.
En puertas de la Iglesia del Señor de Gran Poder se colocó la imagen religiosa, donde devotos bailarines ofrecieron su promesa antes de danzar por varias cuadras.
Como ya es costumbre en el último convite, preámbulo de la gran entrada del 29 de mayo, los bailarines y bailarinas ingresaron en su mayoría con un anticipo de sus disfraces; una fusión entre ropa casual y folklórica. En cambio, otras comparsas prefirieron lucir toda la gala y esplendor de sus tradicionales atuendos que utilizarán en la entrada del Gran Poder.
El recorrido del convite se desplazó con toda su fuerza, brillo y color por las calles Quijarro, Nataniel Aguirre, Max Paredes, Buenos Aires, Vicente Ochoa, Antonio Gallardo, y concluyó en la plaza Marcelo Quiroga Santa Cruz.
La Policía y la Guardia Municipal desplegaron a sus efectivos por turnos, con el propósito de cubrir el ingreso de hasta la última fraternidad.
Las decenas de bandas contratadas para la ocasión interpretaron piezas de caporales, morenadas, tinkus, tobas, llameradas y un sinfín de melodías del acervo del folklore nacional.
Los vecinos de la zona de Max paredes y de otras se volcaron a las calles para apreciar un adelanto de lo que será la gran entrada del Señor de Gran Poder.
La fiesta que mueve alrededor de 20 millones de dólares genera actividad laboral en varios áreas, que ocupan la mano de artesanos, músicos, vivanderas, entre otros.
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