De acuerdo a la historia, en Bolivia la época de Carnaval siempre ha estado ligada a hechos negativos para el país. En 1879 mientras la gente y sus autoridades estaban prestas a festejar las “carnestolendas”, se guardaba la información de una invasión en el Litoral, para no alterar a la gente. La riada de febrero en 2002 y los enfrentamientos entre policías y militares en plena plaza Murillo de 2003 fueron olvidados con el baile y la bebida. Hoy, los deslizamientos en la ladera Este de La Paz marcan otra tragedia para esta época del año.
Según el analista y politólogo Edwin Quiroz, los hechos históricos deberían ser releídos porque en parte los intereses foráneos lograron imponer una idea de irresponsabilidad para las autoridades bolivianas, aunque no deja de ser anecdótico que la época de Carnaval sea siempre tan negativa para el país.
“Quizá la idea chilena siempre fue menospreciar al boliviano, porque varios autores copiaron la historia escrita por Vicuña Maquena sobre Daza que habría ocultado la noticia, pero esas sólo son versiones. Otro ejemplo es aquel que habla de Melgarejo que durante los enfrentamientos en la calle, logró entrar a palacio de Gobierno y matar a Belzu, saliendo luego a la ventana diciendo “Belzu ha muerto, quién vive ahora” y supuestamente la gente se dio la vuelta y lo vitoreó, cuando en realidad ocurría una matanza allá afuera”, dijo.
CARNAVAL POR MAR
Según versiones sobre la historia de Bolivia, durante la invasión de Antofagasta hubo mucho retraso en la llegada de información para generar una respuesta adecuada y enfrentar a la brigada chilena. Las responsabilidades en el presidente Hilarión Daza, aún generan polémica en la historiografía nacional; por un lado existen corrientes que le atribuyen haber cuidado su imagen política antes de avisar sobre la avanzada chilena, durante los festejos de Carnaval de 1879.
El 14 de febrero se produjo la invasión chilena a Antofagasta con una tropa de 200 soldados que arribaron y desalojaron a las autoridades regionales bolivianas encabezadas por el prefecto Severino Zapata. Para el 16 de febrero el centro minero de Caracoles fue tomado por los foráneos.
La noticia fue conocida recién el 19 por el cónsul boliviano en Tacna y mediante chasqui, el 25 de febrero, en pleno festejo carnavalero, Daza tomaba conocimiento de los hechos.
Otros historiadores sostienen que la versión de precautelar las fiestas antes de defender las costas marítimas no tienen asidero real y sólo obedecen a anécdotas que se utilizaron en la época para desprestigiar políticamente al presidente Daza y forzar su caída y sentencia histórica.
De acuerdo al historiador Roberto Querejazu Calvo, el gobierno tenía conocimiento de los sucesos que se iban a presentar y las autoridades enviaron dos notas escritas a Cobija con instrucciones de salir hacia Calama y Caracoles en caso de la arremetida chilena, puesto que el armamento para la defensa no estaba disponible. Cuando se inició el Carnaval de 1879, un 22 de febrero, Daza conocía la intención de invasión por parte de Chile, pero fue sólo hasta el miércoles de ceniza que decretó estado de emergencia en el país.
FEBRERO NEGRO
Un año después de la riada en La Paz, cuando las lluvias y una granizada destruyeron propiedades y se llevaron varias vidas, otra tragedia asechaba al país.
El anuncio del impuestazo al salario por parte del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 inició varias protestas sociales que concluyeron en una matanza producto de enfrentamientos entre policías y militares el 12 y 13 de febrero de ese año. Fue además el anticipo de la caída de Sánchez de Lozada y el modelo político - económico vigente desde 1985.
Una protesta de estudiantes de secundaria del colegio Ayacucho de la Sede de Gobierno fue el detonante de los acontecimientos. Policías se replegaron y los militares recibieron la instrucción de proteger el kilómetro cero. Rencillas entre las instituciones y la tensión social fueron en aumento hasta que las balas cruzaron los extremos de la plaza Murillo. El saldo, 17 policías muertos. El entonces comandante de la Policía, Edgar Pardo declaraba entre sollozos: “Por Bolivia, por mi institución del orden que está de luto porque nuevamente tenemos mártires, camaradas, nunca hubiese deseado esta situación, este dolor”.
Pese a estos hechos de sangre, el Carnaval se desarrolló con normalidad, más allá de las protestas de algunos sectores sociales y población que pedía suspender los festejos por el luto y dolor nacional.
MEGADESLIZAMIENTO
El sábado 26 de febrero de 2011, tras constantes lluvias en la ciudad de La Paz, barrios enteros en las zonas de Kallapa, Kupini desaparecieron dejando a casi 6 mil personas afectadas al perder no sólo sus bienes, las construcciones, que en muchos casos fueron producto de toda una vida de trabajo, privaciones y sacrificios, sino que los mismos terrenos fueron llevados con la mazamorra y los escombros.
El Gobierno Municipal Autónomo de La Paz ordenó la suspensión de las actividades carnavaleras postergándolas para el mes de abril, en una sensata decisión que fue contradecida, en parte, por las agrupaciones folklóricas que bajo el eslogan de “el Carnaval paceño no se muere” decidieron continuar con los festejos aunque en lugares privados. El dolor y la tragedia de febrero, de la época de Carnaval marca la historia del país, pero como es costumbre enraizada, hay que celebrar por los idos y los que aún están.
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