4 de marzo de 2011

Cientos de danzarines lucieron sus mejores vestimentas y derrocharon alegría y colorido en Oruro

Cuando los pinquillos suenan, la lluvia llega. Una tenue llovizna asomó ayer sobre la ciudad de Oruro durante la 19ª edición de la Anata Andina, en la que centenares de campesinos bailaron por el Jallu Pacha o la temporada de lluvias, que se vive actualmente.

Los orureños, golpeados en el 2010 por una de las peores sequías que azotó al altiplano, danzaron al ritmo de pinquillos, wankaras (bombos) guitarrones y charangos por la Avenida Cívica de la capital folklórica del país, para rendir tributo a la Pachamama. La fiesta andina es la antesala a la entrada del Carnaval, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

“Le damos las gracias a la Madre Tierra por la producción y lo hacemos en comunidad, mostrando además nuestros frutos”, explicó en quechua el agricultor Julio Lara, de la provincia Mejillones, frontera con Chile.

Considerados como guardianes de la frontera, estos bailarines llegaron a la ciudad tras un viaje de ocho horas o un poco más. Uno de ellos enarboló una torre hecha en metal que simboliza un hito fronterizo.

La reconocida artista y hoy embajadora de Bolivia en Francia, Luzmila Carpio, tal vez hubiese sentido algo de envidia ante jóvenes que llegadas desde el cantón Tayaquira, de la provincia Pantaleón Dalence, cautivaron al público con sus cánticos nacidos desde el corazón y del alma.

La Anata Andina no sólo congregó a grupos invitados de La Paz y Potosí, sino también a otros llegados hace dos años de fuera de las fronteras nacionales.

La rusa. “Mi nombre es Natalia Selivanova. Vivo en Bolivia hace más de 13 años”, informó una cholita rubia y de ojos azules, vestida con una blusa blanca, una pollera verde y un sombrero blanco de lana de oveja.

Nacida en Moscú hace 45 años, “la rusa”, como la conocen en la comunidad Bella Vista Marka de la provincia Nor Carangas, es una enfermera que se casó con un boliviano. “Ahora ya es más o menos el séptimo año que bailo para agradecer a la Pachamama. En el Carnaval se gasta mucho dinero, aquí, en la Anata, no; y además es muy simbólico porque une a toda la comunidad”, sostuvo, tras una sonrisa.

No fue la única extranjera. A unos metros de ella, danzaba el brasileño Heraldo Costa, junto a su esposa, la orureña Nátaly Benito. “Yo soy de Alagoas (un pequeño estado a las orillas del océano Atlántico) y vivo en Cochabamba, pero siempre vengo a la Anata con mi esposa, con quien tengo dos hijos”, detalló. Heraldo también participó del grupo de Bella Vista Marka.

Los niños. Pequeños y pequeñas de tres, cuatro y cinco años se distinguieron ayer entre los diferentes grupos que participaron de la Anata Andina.

Una de ellas era Juanita, de cinco años. “He venido con mis papás desde La Paz”, alcanzó a decir la niña ataviada con una pollera guinda y un sombrero con flores. Juanita y otros 40 bailarines llegaron desde la provincia paceña de Inquisivi, y participaron con la danza de la moseñada.

Otros, como los de la comunidad Real Enga, del altiplano orureño, llegaron con tres llamas, una vaca lechera y un ternero para mostrar que son una de las regiones productoras de lácteos y quesos. “Con la tarqueada agradecemos a la tierra y pedimos más producción”, sostuvo María Guarachi, dirigente de la comitiva, mientras no paraba de bailar e invitaba queso a los asistentes.

En su espalda cargaba makunkos o flores de la papa, quinua, habas y de otros productos. Los danzarines recorrieron los mismos cuatro kilómetros por los que mañana, miles de bailarines entrarán en el Carnaval declarado por Patrimonio Cultural Oral e Intangible de la Humanidad por la La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Una vez en la Avenida Cívica, tuvieron siete minutos para la demostración de pasos y lucir la vestimenta ante el palco oficial, para luego desconcentrarse.

Los grupos de bailarines no pasan de los 100 integrantes. Sólo se permiten instrumentos tradicionales y se califica el vestuario, la originalidad del baile y el canto. Cada uno de los tres mejores grupos serán acreedores a un tractor que el presidente Evo Morales les entregará mañana.

Hasta las 18.00 de ayer, habían pasado por el palco 43 de los 113 grupos inscritos, por lo que se espera que esta demostración termine a altas horas de la noche.

Las calles de la ciudad ya respiran el Carnaval. Decenas de turistas recorrían sus calles, los hoteles están ocupados en toda su capacidad, y para mañana se espera que miles de visitantes lleguen desde el interior. Mientras eso pase, la Anata Andina saludó con un jallalla a sus visitantes.

Algunos detalles del evento

Ñusta
“Soy Geovana Villca Morales y tengo 15 años; soy la Ñusta de Socomani”, dijo la cholita que encabezaba el grupo de esa población de Cercado. Para ser Ñusta debe saber hablar quechua indefectiblemente.

¿Kullawas?
Eso parecía un grupo de músicos cuyos sombreros se parecían a los de los kullawas del departamento de La Paz. El tocado está adornado con flecos de colores y llegaron desde Yanaqui, del cantón Guadalupe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario