En medio de un fuerte resguardo policial, que movilizó a 2.900 efectivos, más de 110 fraternidades y comparsas militares marcaron ayer su paso en el Corso de Corsos, que cerró con broche de oro las fiestas carnavaleras en la ciudad de Cochabamba.
Por más de tres kilómetros, los danzantes derrocharon alegría, color y ritmo. Las unidades militares deleitaron al público con sus disfraces creativos y coreografías variadas. Mientras que las fraternidades folklóricas programadas desde el medio día destacaron por su energía y elegancia en las danzas de los caporales, morenadas, como la Central Cocanis de Oruro, y la Diablada Urus.
A pesar de la prohibición de jugar con agua, niños, jóvenes y adultos burlaron el control y mojaron a cuanta persona pudieron. Incluso hubo comerciantes que aprovecharon la fiesta para vender globos llenos de agua.
Por su parte, la empresa de cerveza Taquiña colocó a lo largo del recorrido calcomanías para persuadir de no vender bebidas alcohólicas a menores de 18 años. Con todo, hubo adolescentes que bebieron en grupos.
El canal estatal Televisión Boliviana transmitió en vivo la gran entrada carnavalera, que se extendió hasta altas horas de la noche, mostrando a Bolivia y el mundo la alegría del festejo khochalo.
El también llamado Carnaval de la Integración, debido a su diversidad, tiene sus raíces en 1974, cuando radio Centro impulsó el Corso de Corsos como una continuación del festejo carnavalero, con personalidad propia.
Hoy en día las instituciones cochabambinas se empoderaron de la iniciativa y la organizan junto a la sociedad civil.
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