Los españoles introdujeron dos manifestaciones del Carnaval, la de las clases llamadas altas, celebradas en salones a la manera española, y el popular en las calles, dice el historiador Gustavo Rodríguez al indicar que hasta ahora no es posible precisar el año de cuándo comenzó la celebración del Carnaval en Cochabamba.
Lo que sí se conoce es que la primera vez que se realizó una Entrada carnavalera “a la usanza germana” fue en 1887, organizada por el alemán Adolfo Schultze. De la fiesta participaron los jóvenes de la élite cochabambina.
Al año, la fiesta cobró mayor fuerza y se denominó el “Corso de las Flores”, Entrada de la que los sectores populares, que años antes eran los únicos que tomaban las calles para bailar y divertirse mientras la élites celebraban el Carnaval en elegantes salones, sólo observaban las rondas carnavalescas en la plaza 14 de Septiembre.
“En las calles, el juego y las batallas con agua tenía un peligroso protagonista que sobrevivía desde tiempos lejanos: los cascarones de huevo. Más de uno había perdido el ojo por el desgraciado impacto de un mal proyectil”, reseña el historiador Rodríguez.
A principios del siglo XX, los mayoritarios sectores plebeyos, que habían sido desplazados del centro de la ciudad por la Entrada de la “aristocracia” cochabambina, encontraron otros espacios y tiempo para celebrar el Carnaval a su manera.
La fiesta de la llamada “plebe” comenzaba recién el Miércoles de Ceniza. Sin complejos, el pueblo danzaba y bebía “al son de su música y su picaresca rima, celebrando a sus dioses”.
Rodríguez señala que los espacios festivos urbanos habían terminado por dividirse en Cochabamba en dos escenarios desiguales. Ya en 1953, un año después de la insurrección del 9 de abril, el Corso de las Flores dejó su ritual de vueltas en la Plaza Principal y se trasladó al Prado. Los adornados carruajes, por su parte, fueron sustituidos por el baile de las comparsas como los Jets, Always o Caribes, que al ritmo de música brasileña y cruceña (taquiraris) hacían su ingreso.
Paralelamente , en la década de los 50, se consolidó el Corso Infantil. Asimismo, el globo de látex logró desplazar a los cascarones, dando una nueva tonalidad a la “mojazón”.
Una década más tarde, según el historiador Rodríguez, los diarios locales como Prensa Libre advertían que “el Carnaval cochabambino se encuentra de capa caída”.
Para darle fuerza, en 1965 la Cámara Júnior promovió la elección de la Reina del Carnaval, título que recayó en Teresita Gumucio Quiroga.
Cinco años después, Radio San Rafael y la Alcaldía organizaron el primer festival de Taquipayanakus - contrapunteo de coplas picantes entre comparsas en quechua y castellano-, fiesta que se celebraba el domingo de Tentación en el estadio Félix Capriles.
Pese a todo, la Entrada carnavalera poco a poco se fue reduciendo al juego de agua y el baile de una que otra comparsa. Sin embargo, en 1974, gracias a la iniciativa de Radio Centro se creó el Corso de Corsos.
La fiesta era encabezada por los Jets y Always, y un año más tarde reforzada por comparsas de soldados de las diferentes guarniciones militares.
En 1979, la Entrada se vio fortalecida con la participación de los Caporales de San Simón, que por primera vez bailaron en el Corso de Corsos.
El historiador Rodríguez asegura que la danza del caporal fue la punta de lanza de la “folklorización” del Carnaval cochabambino.
De ahí en adelante, poco a poco se fueron incorporando grupos de danzarines como morenos, kullawas, llameradas, diablos, waca wacas, tobas, entre otros.
El Carnaval de hoy, llamado también de la Concordia, dice Rodríguez, es inclusivo y abigarrado.
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