4 de marzo de 2011

Las comadres se alegran en su día

Sobre las baldosas de un mercado o un piso de cinco estrellas. En las piscinas, en las sedes de los canales de televisión, en los restaurantes, oficinas y discotecas se celebró la fiesta de las comadres, en la que no faltaron ni las principales autoridades femeninas de la región.

Como todos los años, las caseritas de los principales mercados de la ciudad hicieron una pausa en sus ventas para celebrar y de paso renovar su fe por la Virgen de Lourdes, la Virgen del Carmen y el Niño Jesús de Copacabana, las imágenes más veneradas entre las comadres. Después de la misa, las comerciantes se fueron a la mesa, sin descuidar la fiesta –en la cual se volcaron a las calles y dieron vida a las tradicionales caravanas con carros alegóricos decorados con artículos de plata, aguayos y animales de juguete– y la tradicional “mojazón” –en la que intentaron emplear menos agua que en las gestiones pasadas–.

Estas celebraciones se repitieron en la mayoría de las oficinas de la ciudad: las amigas y compañeras de trabajo recibieron algunos agasajos de sus compañeros varones, quienes elaboraron una serie de bromas para divertirlas.

Una de las principales fiestas que se realizó en la ciudad fue en el Concejo Municipal donde, a diferencia del resto de las entidades de la ciudad, decretaron horario continuo para que las mujeres que trabajan en él pudieran salir temprano para festejar el evento en un conocido restaurante de la capital. Según informaron algunos concejales consultados por este medio, esta disposición de acortar el horario laboral fue definida por la presidenta del Concejo, Ninoska Lazarte, y el concejal secretario, Julio César Baldivieso, y que no fue una decisión de consenso.

El jueves de comadres es una fiesta carnavalera en la que hay baile, color, máscaras y música, principalmente en las ciudades enclavadas en los valles bolivianos de Cochabamba, Sucre, Tarija y, en menor cuantía, Santa Cruz, donde las mujeres son las reinas de la celebración, lo que no sucede en otras capitales bolivianas subidas en las frías montañas andinas. Se trata de un rito carnavalero en el que mujeres ensayan bailes callejeros, se consagran “comadres” unas a otras, comen masas, frutas y golosinas, derrochan alegría y en algunos casos, las más entusiastas consumen bebidas alcohólicas.


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