Decenas de miles de personas bailaron hoy en el Carnaval de Oruro, la fiesta mayor del folclore de Bolivia que se celebra parcialmente estos días, debido a los daños causados por lluvias y derrumbes en varias regiones.
El desfile de las danzas folclóricas en las calles de Oruro, ciudad andina situada a 3.700 metros de altitud, comenzó en la madrugada con ceremonias dedicadas a la Virgen del Socavón, y se prolongará hasta las primeras horas del domingo.
Más de 35.000 personas exhiben danzas llenas de simbolismo religioso y étnico como la diablada, morenada, caporales, tinku e incas, esenciales en esta muestra que en 2001 fue proclamada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura).
Los bailes vistos por miles de turistas darán paso en la madrugada a una serenata de decenas de bandas y luego a más exhibiciones de danzas hasta el lunes, antes del Martes de Ch'alla, cuando con ceremonias de agradecimiento a deidades andinas concluyen la mayoría de las celebraciones de carnaval en el país.
El mandatario boliviano, Evo Morales, programó hoy su visita a Oruro para entregar premios a grupos folclóricos y asistir al carnaval como lo hace cada año, pero al mediodía continuaba en el Palacio presidencial en La Paz.
Su Gobierno suspendió todos los festejos institucionales de carnaval en La Paz por respeto a las 6.000 personas que quedaron sin hogar, tras un derrumbe ocurrido hace una semana a causa de las lluvias.
La alcaldía paceña, dirigida por la oposición, también aplazó por un mes todas las celebraciones folclóricas por este desastre que, pese a su magnitud, no causó muertes, pero sí perdidas y daños que de momento suman 50 millones de dólares.
La Policía anunció que hará cumplir la decisión municipal de suspender toda fiesta callejera en La Paz, ante la insistencia de algunas comparsas de defender las celebraciones ya programadas, con el argumento de que sufrirán perdidas económicas.
Los derrumbes en la capital también afectaron el suministro de agua para 80.000 personas, un problema que el Gobierno se comprometió a solucionar para la mayoría la próxima semana con la intervención de técnicos de la petrolera estatal y de militares.
Desde enero pasado la temporada de lluvias ha provocado la muerte de 70 personas y afectado a 15.000 familias (más de 50.000 personas).
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