Socios de la Fraternidad Artística y Cultural La Diablada, despiden al folklorista Tito Aranda que dejó este mundo tras haber aportado con su conocimiento y apoyo personal a temas inherentes al folklore.
Un inesperado silencio se ha aproximado. Ha callado una voz y una personalidad de la cordialidad. Lo conocimos hace algunos años cuando al influjo de nuestro folklore hicimos amistad con antiguos danzarines. Compartimos ese apresurado afán para vestir a la usanza del diablo orureño. Allí estaba don Tito Aranda que pese a los años encima no descansaba para girar en atléticas vueltas en el papel de Lucifer.
La capa, el cetro y la máscara convertían al hombre en un genuino impulsor de nuestro Carnaval.
Don Tito habría ingresado a la Fraternidad Artística y Cultural La Diablada allá por 1957, cuando todavía se realizaban las famosas "llamadas" en el Faro de Conchupata.
Había dejado su juventud en una de las instituciones más prestigiosas del Carnaval. Recorrió con los fraternos países como Chile y Perú, en la primera época de los viajes internacionales. Siempre se caracterizó por su desprendimiento a cuanto actividad folklórica se desarrollaba. En 1975 asistió y colaboró para la presentación de varias instituciones orureñas en el Sesquicentenario de la República de Bolivia. Allí estuvo la Fraternidad y la Morenada Central; y de esa gravitante actuación compartió con nosotros un extraordinario archivo de recortes y periódicos.
Los años pasaron y el tiempo se encargó de distanciar a algunos diablos de su querida Fraternidad. Tuvimos esporádicos encuentros y siempre que lo vimos brindaba toda su colaboración. Fue Vicepresidente de la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO) y por varios años contribuyó a cuanta iniciativa se realizaba respecto a la promoción de nuestro Carnaval.
Don Tito no solamente dejó señero recuerdo en el folklore, fue un destacado trabajador ferroviario del que solamente comprendimos breves apuntes en su dilatada y silenciosa existencia, lejos de hipócritas y devaluados reconocimientos que ahora se entregan por doquier. Don Tito nos dejó el don de su personalidad afectiva y solidaria. Paz en su tumba. (FCM)
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