Cientos de danzarines de la Asociación de Fraternidades Folklóricas Virgen de Urkupiña convirtieron, ayer, la segunda promesa en devoción de la patrona de la integración en una protesta en rechazo de la denominada “ley seca” (la Ordenanza 36/10 que restringe la venta de bebidas alcohólicas en la entrada folklórica), porque consideran que la normativa los deja sin auspiciadores, para subvencionar a las bandas, que acompañan a las fraternidades.
Ante la falta de un auspiciador el presidente de la Asociación, Antonio Villarroel, expresó que la romería era una manera de llamar la atención de la Alcaldía de Quillacollo. Este 2011, la Alcaldía contará con un presupuesto de 100 mil bolivianos para promoción y organización de la festividad.
“Si dicen que: no puede entrar una empresa auspiciadora, que ellos canalicen algún auspicio. El año pasado nos ofrecieron a Entel y a YPFB, pero no han conseguido absolutamente nada. Pedimos que consigan un auspiciador con el monto al que nosotros llegábamos”, añadió Villarroel.
A pesar de la movilización que contó con la participación de las 60 fraternidades que bailan, cada año en Urkupiña, afloró la división entre los danzarines. ¡Cómo le vamos hacer esto a la Virgen!, expresó una bailarina. Según la tradición los bailarines deben realizar dos promesas antes de la entrada; sin embargo, ayer la jornada se vio opacada por la romería y la presencia de vecinos de la calle Pacheco, que pedían que se conserve la vieja ruta.
A partir de este año, la Alcaldía de Quillacollo ha dispuesto una nueva ruta para la entrada. Los danzarines partirán del cerro de Cota, donde está el santuario de Urkupiña, continuarán por la avenida Martín Cárdenas y se dirigirán hacia la zona norte de Quillacollo a través de la calle Soruco en lugar de la Pacheco, considerada una de las más tradicionales; pero, a la vez una de las más conflictivas por ser muy angosta.
“Quillacollo ha crecido, hay que cambiar”, les gritó un transeúnte a los vecinos que protestaban con los danzarines. Su frase abrió una serie de análisis entre los propios bailarines que reconocieron que el día de la entrada, muchas de las fraternidades no pueden desplegar su baile, por las dimensiones de la calle y el hacinamiento de la gente.
Según otra bailarina, que ayer participó de la romería por temor a que su fraternidad sea marginada, dijo que en los cinco años que viene bailando nunca vio que el auspicio de una determinada empresa haya recortado los gastos de su fraternidad. También, desconoce que se haya entregado dinero o productos a las fraternidades.
Sin embargo, los recursos serían destinados al pago de salarios del directorio. Según esta fuente, los organizadores reciben un sueldo de unos tres mil bolivianos tres meses antes de la entrada y tres meses después.
La Policía de Quillacollo escoltó la movilización de los bailarines. Inicialmente, se había previsto que la procesión cuente con resguardo de policías antidisturbios, sin embargo, los uniformados se replegaron por tratarse de una manifestación pacifica.
Otra demanda de las fraternidades es que la llamada ‘ley seca” se amplíe a todo el municipio, debido a que la restrinción sólo se aplica a las inmediaciones de la ruta y no así a los locales, que se habilitan cerca del calvario, el día de la peregrinación y otros sectores, donde se generan peleas y excesos.
Polémica por falta de auspicio
Según la Asociación de Fraternidades el auspicio que brindaba una empresa de bebidas alcohólicas en el pasado servía para amortiguar hasta en un 40 por ciento los gastos de los conjuntos. Citó el ejemplo de una Morenada, que baila dos días en Urkupiña, que paga sólo en banda entre 10 y 12 mil dólares.
Las 60 fraternidades que ayer marcharon por el centro de Quillacollo definirán el jueves si el próximo 14 de agosto (día de la entrada folklórica) repiten la romería y hacen una pausa en el baile, en protesta por la ley seca, que deja fuera de la festividad a los auspiciadores de bebidas alcohólicas.
La marcha de las fraternidades encabezada por una imagen de la Virgen de Urkupiña, culminó en el templo de San Ildefonso, de donde la mayoría de los danzarines se dispersó hacia diferentes locales.
La alcaldesa de Quillacollo, Carla Lorena Pinto, declaró la anterior semana que no iba a permitir “el chantaje”. Aclaró que el municipio entrega a las fraternidades un sector de las graderías, para que generen algunos ingresos.
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