Gracias a la restricción al consumo y venta de bebidas alcohólicas, los bailarines y músicos arribaron sobrios al templo. “Se ve poca gente mareada, los bailarines estamos llegando conscientes, esto está muy bien”, manifestó Félix Claros, fraterno de los Tinkus Potolos.
Si bien, los fraternos evitaron consumir bebidas alcohólicas y cambiaron la cerveza por un maltín, un energizante o agua, hubo quienes consumieron una o dos latitas de la bebida de cebada. “Es para disminuir el cansancio, en dos o tres cuadras que recorremos ya se pasa el efecto”, contó uno de los infractores.
Devoción. “Le he pedido salud para mi madre y mi padre, salud y nada más porque el dinero viene y va”, comentó Carlos Saravia de los Antawaras Quillacollo que ingresó junto a sus compañeros de rodillas hasta el altar, y al igual que muchos, no pudo evitar derramar lágrimas.
El sol irradió el paso de morenos, caporales, tinkus, llameros, kullawas, antawaras, tobas, chaqueños y diablos, que estuvo acompañado de ráfagas de viento que levantó nubes de tierra y polvo.
“El recorrido ha sido muy duro, pero vale la pena la reconciliación con la mamita, estoy dejando un año malo, este nuevo ciclo espero que me ayude”, dijo otro de los bailarines.
Por primer año el cuerpo sacerdotal de San Ildefonso recibió a las fraternidades en el altar de la Virgen y bendijo el sacrificio de los peregrinos, que ingresaron de rodillas, rezaron el Ave María, recibieron la bendición y fueron despedidos con agua bendita.
El cambio en el recorrido y la desorganización cansó a los folkloristas. En el trayecto, la gente se mezcló con las fraternidades; debido a los prolongados baches, los organizadores pidieron apresurar el paso y esto no gustó a los espectadores, ya que por cumplir esta instrucción los danzarines cambiaron la danza por la caminata o el trote ligero y fueron rechiflados por los descontentos.
“Está mal la entrada, muchos pasan caminando, corriendo y sin bailar. Venimos todos los años y éste fue mal organizado porque les sacan banderas y tienen que correr”, protestó César Tovar, un espectador.
Los bailarines criticaron también la desorganización de la fiesta organizada por la Alcaldía de Quillacollo. “Baches demasiado largos, hay que aguantar igual, no se puede hacer nada, sólo continuar con las mismas ganas”, dijo uno. Con todo, las fraternidades robaron miles de aplausos.
Hoy es la misa central
A las 11.00, autoridades y fieles se concentrarán en el atrio de San Ildefonso para participar de la Misa Central de Fiesta. El presidente del Estado, Evo Morales, ministros y asambleístas, están invitados.
Martes, al cerro cota
El Cerro de Cota concentrará la atención el martes. La gente peregrinará algo más de 13 kilómetros al lugar donde apareció por primera vez María de Urkupiña. Será una jornada dedicada a pedirle a la Virgen favores económicos con la rotura de rocas.
El público se embriaga lejos del palco
“Sin cervecita no nos alegramos, ni los que bailan ni los que venimos a verlos”, asegura don César, quien junto con su familia llegó a la fiesta de Urkupiña.
La Alcaldía de Quillacollo prohibió la venta y consumo de alcohol el 14, 15 y 16 de agosto en el trayecto de la entrada y a 200 metros de la misma.
Sin embargo, los espectadores que se apostaron lejos del palco y del templo violaron la prohibición.. A las 19.30 la borrachera era general y sólo cumplieron la ordenanza quienes se apostaron en la Avenida de la Integración, donde fue emplazado el palco.
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