Los bloques estaban divididos en dos grupos. Al frente, cargando una pancarta con el nombre de la organización y su lugar de origen, estaban las mujeres, quienes bailaban con pasos circulares y cantaban. Todas ellas llevaban en la espalda un aguayo en el que portaban productos agrícolas, símbolo de la buena cosecha del año.
El Anata coincide con la época de la cosecha en el área rural. “Para los campesinos es el momento para festejar la vida. Obtienen su comida, nacen los terneros, ovejas y otros animales. Por ello es importante agradecer las bondades recibidas”, agregó Ramos.
Una banda compuesta por tamborileros y quenistas, en su mayoría varones, cerraba los bloques de bailarines. En los atuendos, ropa típica del área andina, predominaba el color verde.
ESPECTADORES. La cantidad de público fluctuó a lo largo del día. En la mañana la asistencia fue poca, mayormente personas de las comunidades participantes. Fue en la tarde cuando se aproximó la mayor cantidad de espectadores, quienes aprovecharon las graderías ya instaladas para la entrada de mañana.
Mientras las agrupaciones bailaban en la calzada, en las tarimas abundaba la comida y los juegos con espuma. Niños y adolescentes no desaprovecharon la oportunidad de atacarse, o al público, con la sustancia que ayer reemplazó a los globos y chisguetes.
El evento comenzó alrededor de las 08.00 de ayer y estaba previsto que finalice a la media noche. Tras la entrada, algunos grupos festejaron en locales privados.
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