“Nosotros nos hemos amanecido hasta las 6:00. No recuerdo el día, pero la música de Brasilea llegaba hasta nuestro barrio, en Cobija”, cuenta Nancy Pérez, habitante del barrio Junín en la capital pandina.
Esta zona fue azotada particularmente por el desastre, ya que es colindante con la vera del río Acre y la ciudad brasileña.
“Todo era carnaval ('). Nosotros tenemos el problema de que el río y el arroyo están atrás del barrio y (los vecinos) hemos visto cómo el agua llegaba y subía de a poco. Explicarlo es algo que no se puede, porque el agua llega y es algo con lo que no se puede lidiar, no se puede”, expresa la vecina cobijeña.
La solidaridad es lo único que queda luego del desastre, los afectados se apoyan unos a otros. A ello se suma el apoyo del municipio y la Gobernación pandinos, que tratan de aliviar el dolor de cientos de familias que han visto arrasadas sus viviendas.
“Nos damos las manos unos a otros, pero la moral está por los suelos. Lo único que hacemos es ponernos a llorar por este desastre, pero nos revestimos de fuerza para los que están peor que nosotros”, comenta.
Son casi 300 los damnificados procedentes del barrio Junín, que fue uno de los más afectados por el desborde del río Acre por su cercanía al cauce.
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