El Carnaval de Oruro, el más famoso de Bolivia, volvió ayer a ser el escaparate en el que decenas
de miles de danzarines lucieron la riqueza y el esplendor del folclore del país, que estará de fiesta durante cuatro días.
Casi medio centenar de grupos de danzantes comenzaron a recorrer desde la madrugada las calles de la ciudad andina de Oruro, situada a 3.700 metros de altitud.
El desfile de danzas folclóricas fue precedido por ceremonias dedicadas a la Virgen del Socavón, patrona de los mineros, y los festejos se prolongarán hasta las primeras horas del domingo.
El Carnaval de Oruro, considerado la fiesta mayor del folclore boliviano, fue declarado en 2001 Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Se calcula que unas 300.000 personas, 50.000 de ellas extranjeros, arribaron a Oruro para presenciar el desfile, que reportará unos siete millones de dólares en ingresos a esa región, explicó al canal estatal el ministro de Culturas, Pablo Groux.
La danza emblemática del Carnaval de Oruro es la Diablada, cuyos bailarines escenifican la eterna lucha entre el bien y el mal, representados por el arcángel San Miguel y Lucifer.
Las autoridades del país ha reivindicado varias veces el origen boliviano de esta danza, que ha sido motivo de controversia entre Bolivia y Perú.
Además de la Diablada, también se presentan otros bailes llenos de simbolismo religioso y étnico como la morenada, caporales, tinku y los tobas.
Las bandas de música que acompañan a las fraternidades ofrecen un espectáculo aparte, con coordinadas y elaboradas coreografías mientras interpretan bombos, trombones, trompetas y platillos, entre otros instrumentos.
El presidente Evo Morales, que asistió al desfile, recordó que antes de ser dirigente sindical, fue miembro de la Banda Imperial de Oruro, una de las más célebres del país.
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