Jóvenes que llegaron de Arequipa (Perú) bailan la danza del wititi.
Ágil, sonriente y vestido con una falda larga, David Challana muestra los pasos de la coreografía de la danza del wititi, un baile tradicional de la localidad de Arequipa, Perú.
“Es conocida como la danza del amor; antes los padres no dejaban que jóvenes enamoren a sus hijas, entonces los chicos se vestían de mujer para conquistar al amor de su vida ” , cuenta Challana, quien llegó hace dos días de Perú para presentarse en la entrada del Jisk’a Anata.
“Eso, una más, eso”, es la frase que gritan sus otros compañeros al lucir su coreografía. En el grupo bailan ocho parejas y los hombres usan similar vestuario que de las mujeres: faldón largo, camisas blancas, sombreros y adornos tejidos.
Las ocho parejas igualan sus pasos y en su recorrido conquistan el aplauso del público paceño. Durante su paso, los danzarines beben agua y chupan limón para recargar energías y continuar luciendo su coreografía.
“La característica de esta danza es que los hombres se visten de mujer”, dice Jimmy Ticona, quien indica que pertenecen a un ballet folklórico de Arequipa.
La danza wititi, en la que los bailarines se visten de mujeres para raptar a sus enamoradas, fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación el 14 de julio de 2009 por el Instituto Nacional de Cultura de Perú.
Este baile, según los invitados peruanos, es muy representativo de Arequipa y se lo danza en carnavales, en la fiestas de la Virgen de la Asunta y de la Concepción. Se caracteriza por estar acompañada por instrumentos de vientos, en especial las quenas. Además, en la actualidad se incluyó el ritmo de los tambores.
Según Ticona, es el tercer año que participan en la entrada del Jisk’a Anata y que traen danzas autóctonas de Arequina para compartir un poco de su cultura con Bolivia.
“Se baila casi en todas las festividades de Arequipa”, dice Ticona. Asimismo, recuerda que el año pasado se presentaron con la danza carnavalera ispacas.
“Hay rivalidades, pero lo más importante es el folklore y lo que expresan las danzas, y no olvidemos que compartimos una misma historia”, termina Ticona.
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