Diablos, llameros, kullawas, cambas, tobas, morenos, tinkus y caporales bailaron durante cinco horas. La celebración boliviana comenzó antes del mediodía.
Los pasantes de este año, las familias Santander y Martínez, encabezaron la entrada cargando la imagen de la Virgen para luego colocarla en un altar que fue preparado para la ocasión.
Inmediatamente comenzó la fiesta; ingresó la llamerada de Port Chester, seguida por diablos, tobas y caporales. También, por primera vez, se presentó una comparsa cruceña, Los Chichis de Nueva York. En total fueron 13 las fraternidades participantes.
Los bailarines danzaron por varios minutos. Después hicieron una pausa en la danza para llegar hasta el altar y arrodillarse ante la Patrona de las festividades.
Ese momento, las graderías del coliseo todavía tenían espacios libres, pero a medida que las horas pasaban, el lugar se tornó pequeño y muchos se quedaron de pie.
La imagen de la Virgen del Socavón llegó hasta Nueva York, desde Oruro, en 1999. Fue entregada por la familia Morales a la señora Albina Bernal, quien en 2000 realizó la primera recepción (fiesta) y entregó a la Patrona a un primer pasante, la familia Vargas, contó Carlos Morales, uno de los devotos que ofrece seis danzas a la Patrona cada año.
Este es el segundo año que el Carnaval se realiza en un gimnasio, pues antes las fiestas eran particulares y se llevaban a cabo en locales más pequeños.
El cambio de escenario se realizó gracias a que el evento creció y ahora participan autoridades locales como el concejal de Port Chester, Luis Marino, peruano de nacimiento y residente en ese condado desde hace 30 años.
Marino aseguró que aunque la comunidad boliviana es pequeña en su condado, demuestran lo contrario con estos festejos. "Es como si fuese la más grande, pues son los únicos que hacen actividades de este porte". Los bailarines no son sólo de Port Chester. Desde hace tres años que participan grupos de Queens, en Nueva York; Virgina y Washington.
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