17 de febrero de 2012

Vecinos arman sus graderías heredadas por generaciones

Ajetreado, Ezequiel Díaz arma su gradería con tablas de madera y una estructura de metal, en la avenida Cívica, cerca del templo de la Virgen del Socavón.

Su gradería consta de seis niveles y tiene una capacidad para unas 60 personas. “Es un espacio heredado por mis abuelos y en un futuro será de mis hijos”, comenta Díaz, quien tiene previsto vender cada asiento entre 80 y 100 bolivianos.

Díaz, quien vive cerca del templo de la Virgen del Socavón, recuerda que a sus ocho años aprendió a armar las graderías y a negociar precios con los turistas y otros asistentes.

“Todos somos vecinos y vivimos cerca de acá. Por casa es un puesto. Estos lugares les pertenecieron a nuestros abuelos y sólo se aprovecha el carnaval para ganar dinero”, explica.

A unos pasos, Romina López pone números a los asientos que alquilará este próximo sábado. “Hay que dividir los espacios para acomodar correctamente a los visitantes”, dice.

En la avenida Cívica, considerada una de las zonas turísticas de Oruro y ubicada a unos pasos del templo del Socavón, una veintena de vecinos traslada palos, tablas de madera y fierros, a dos días de la entrada.

Esa labor la realizan desde hace varios años y alrededor de unas diez familias ya conformaron la Asociación de Armadores de Graderías Socavón. “Trabajamos juntos y nos vemos cada carnaval”, dice Díaz.

No es el único caso, en las calles por donde pasa la ruta de la entrada, varios vecinos salen a marcar su territorio e incluso algunos arman pequeñas graderías en sus puertas.

En la avenida 6 de Agosto, más conocida como “del folklore”, algunos vecinos arman también sus graderías.

Sin embargo, en la plaza 10 de Febrero, casi todos los espacios fueron adjudicados por el municipio de Oruro a empresas privadas. Éstas arman sus graderías y venden los asientos con una serie de servicios incluidos, como refrigerio, juego de luces, fiestas privadas, entre otros.

El lugar impone los precios

En la entrada del Carnaval de Oruro, el precio de los asientos varía de acuerdo con el lugar donde están ubicados.

En la calle Aroma, lugar donde se inicia la entrada del carnaval, los asientos se ofertan a precios mínimos.

Luego, en la avenida 6 de Agosto o “del folklore”, los precios por asiento oscilan entre 100 y 250 bolivianos.

Esto varía de acuerdo con la fila de las graderías y en los últimos pisos el precio se reduce. Además, los vecinos no ofrecen ningún tipo de servicio extra, sólo el puesto.

En la plaza 10 de Febrero, los precios de los asientos son desde 350 bolivianos hasta 150 dólares. Esos costos incluyen otros servicios exclusivos.

Díaz cuenta que en estos últimos años uno de los grandes problemas es la reventa y adjudicación de los lugares. “Hay gente que alquila sus puestos y eso eleva el costo de los asientos”, dice. Para este orureño, su puesto es una valiosa herencia de sus abuelos.


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