Después de conversar con varios bordadores ubicados en su mayoría en la tradicional calle La Paz, se pudo advertir que muchos heredaron su talento o fueron adiestrados a corta edad e influenciados por el folklore que abunda en Oruro.
Pero esta herencia no es necesariamente de padre a hijo, también incluye a los parientes políticos, hombres y mujeres que tras horas de cocer y acomodar pequeñas perlas, canutillos o apliques tienen la satisfacción de ver su diseño en el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Luciéndose en la portada de alguna revista, periódico o simplemente en fotos familiares, donde se guarda como un recuerdo el sacrificado trabajo de los bordadores.
En el proceso que lleva la organización del Carnaval, los bordadores van diseñando y confeccionado trajes de las 18 especialidades de danza, ya sea para una sola persona, parejas o bloques, compuestos por más de 30 personas, el cual inicia a fines de octubre o principios de noviembre, hasta el mismo día del sábado de peregrinación.
Una vez pasada las fiestas de Carnaval, los talentosos bordadores dedican un día para también venerar y celebrar su éxito con la Virgen del Socavón, ofreciendo una misa y bailando al igual que otros devotos para la Santa Patrona.
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