La necesidad y la preferencia del público han ocasionado que la morenada sea el ritmo nacional por excelencia para las nuevas agrupaciones, en perjuicio de otros ritmos que, poco a poco, desaparecen de los repertorios y grabaciones.
En criterio del músico orureño Saúl Callejas, la causa radica en el “enfoque comercial” que tienen los nuevos intérpretes de música boliviana.Esta visión obliga a los compositores a dedicarse a los temas que, con seguridad, generarán ingresos económicos. “La triste verdad es que la morenada te da plata, más que si te dedicas a otro tipo de ritmo nacional”, admite Juan José Viscarra, guitarrista del grupo Jupha.
Para Donato Espinoza, esta situación se debe a la falta de espacios públicos donde los músicos novatos puedan presentar su material o facilidades para darse a conocer.
“Creo que las bandas están viendo la forma de subsistir y vivir de la música. No hay lugares comerciales para desarrollar su trabajo. Lo que sí rinde son las fraternidades, que organizan fiestas todo el tiempo”, agrega.
Esto es más notorio en la sede de gobierno. En La Paz, la principal entrada, el Gran Poder, se destaca precisamente por sus grandes comparsas de morenos. Naturalmente, asegura Espinoza, esto hace que para las actividades se busque este ritmo andino.
Por otro lado, los consultados detectan poca iniciativa a la hora de promocionar otros géneros folklóricos en las urbes del occidente, lo que, en criterio de Espinoza, ayudaría a “variar un poco el panorama de la música nacional actual”.
“Las autoridades, instituciones y gestores culturales deben ver la forma de habilitar espacios a otro tipo de composiciones. En el altiplano nacional tenemos más de 50 tipos de ritmos que se están perdiendo por falta de interés”, advierte el charanguista.
Por su parte, Callejas recordó que 15 años atrás lo mismo ocurrió con el caporal. El ritmo y el baile se impusieron ante otros y, durante varios años, la mayoría de los grupos explotaron este interés, con resultados variados.
Pero, a diferencia de lo que está ocurriendo en la actualidad, no se dejó de lado las otras composiciones. Jach’a Mallku, grupo del que formó parte Callejas, alternaba entre sus caporales, cuecas y bailecitos.
Además, aseguró el folklorista, esa etapa fue “relativamente corta”, en comparación a lo que está pasando en estos momentos. Espinoza considera que, al menos, son ya seis años en los que la tendencia favorece a la morenada.
Otro de los motivos de esta preferencia es, en opinión de Viscarra, la sencillez de la danza. A diferencia de los caporales, diablada o tobas, la morenada no tiene saltos ni movimientos que requieran de mucha aptitud física. Eso ayuda a que “la mayoría de la gente coja al vuelo cómo se baila y lo disfrute”, agregó el guitarrista.
Pero, los músicos opinan que la sencillez se presenta, además, en las composiciones. El integrante de Jupha lamenta que muy pocos temas contemporáneos hayan marcado el gusto nacional.CALIDAD. El charanguista e investigador Ernesto Cavour alertó sobre la disminución en la calidad de las canciones, especialmente en las letras de las mismas.
“Hablan mucho de ser mujeriegos, del alcohol, la fiesta... Se han olvidado de nuestras tradiciones, de cantar sobre nuestra gente, nuestros paisajes”, lamenta.
Callejas cree que muy pocos grupos nuevos se atreven a innovar con sus producciones. Incluso dentro de la morenada, el músico ve muy poco aporte y nada de investigación del sonido y las letras.
“Al final, lo que te piden es el ritmo para bailar. Eso pocas veces incentiva a proponer algo que destaque”, puntualiza Viscarra.El olvido no se limita a la música, sino que también afecta a la instrumentación, según Cavour, también experto luthier, quien alerta sobre la desaparición de varios instrumentos autóctonos.
Como ejemplo está el mismo charango. Cavour tiene conocimiento de, al menos, 50 variedades, de diferente forma, tamaño y entonación. Sin embargo, “todo el mundo utiliza el mismo modelo”. Posibles solucionesFestivalesEspinoza cree que eventos artísticos pueden ser la apertura para que los grupos prueben otros ritmos.EspaciosNuevos teatros o peñas serían ideales para la innovación.
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