“La morenada se tiene en la sangre, te guste o no”, sentencia Gisel Morales, la Palla de la festividad del Gran Poder. Para esta joven estudiante de Bioquímica y Farmacia, su título le obliga a preservar la tradicional danza, una de las principales de la manifestación folklórica.
Por este motivo, Morales advirtió que sus pasos no experimentarán innovación. La representante de la fraternidad Rosas de Viacha conservará los movimientos tradicionales de las chinas morenas. “Mi deber como Palla es preservar nuestras tradiciones. No es necesario cambiar algo que es nuestro y que funciona”, aseguró.
Asimismo, ella debe asegurarse, mediante el ejemplo, que la fiesta mantenga su valor religioso y artístico, a pesar de que el número de participantes aumenta cada año. En este sentido, incluso su traje cumple esta función, ya que está adornado con rosas y plumas artificiales en homenaje a su fraternidad. “No podemos usar partes de animales y debemos evitar los excesos”.
Ya son tres años que Morales baila como china morena en el Gran Poder. Para ella, participar en la entrada es una muestra de su fe y su aprecio por la cultura nacional. Ambos serán demostrados cuando ella y sus compañeros de fraternidad participen de la Promesa, aquel ensayo y acto religioso final que precederá a la entrada principal este domingo.
Como su nombre lo indica, la Promesa es un acto en el que los bailarines hacen votos al Tata (Jesús del Gran Poder, patrono en cuyo nombre se realiza la entrada) para bailar al menos tres años a cambio de cumplirse un deseo.
La Palla 2012 cumplió con este requisito el año pasado. A diferencia de muchos otros, Morales prometió bailar cuantas veces pueda, además de participar en otras danzas folklóricas.
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