De las obras con varios retoques, perlas e imágenes se pasó al predominio de la tela con algunos arreglos dorados. El peso del atuendo fue un factor determinante.
REDACCIÓN CENTRAL
Cambio
Aprendió el arte del bordado gracias a su padre, Fortunato Yana Quisberth, un artesano nacido en Achacachi, La Paz, denominada cuna de los bordadores.
“Los bordadores somos originarios de Achacachi, de la provincia Omasuyos”, afirma con orgullo doña Alcira Yana mientras enseña fotografías donde aparece ella galardonada por su trabajo.
“Todos estos granos (muestra las costuras de una pechera del traje de un diablo) los hacía a mano mi papá, colocaba las perlas, las imágenes, (pero) ahora es más tela que otra cosa”, comenta molesta la artesana.
Don Fortunato elaboró el atuendo de diablo en más de dos semanas, colocando cada detalle en la capa, la pechera y la parte inferior de la vestimenta.
En comparación con los trajes que se lucirán en la entrada del Gran Poder este 2 de junio, el traje diseñado por Yana, que ya no es utilizado, pesa más de 10 kilos. Sólo la pechera supera los 3 kilos.
“El trabajo era muy esforzado, con tiempo y dedicación se obtenía un buen resultado”, afirma Alcira Yana.
Una gran cantidad de la materia prima era importada, sólo el aguayo era nacional.
“Ahora los artesanos no están bordando, nos conformamos con poner unos brillos y arreglos dorados”, confiesa Alcira mientras mira un traje de diablo de color negro adornado con unas imágenes de serpientes.
La presencia de los bordadores en la historia del Gran Poder se remonta a sus orígenes. En 1923 surgieron las primeras fraternidades folklóricas y hacia el año 1940 los creadores de trajes de danzas folklóricas se unieron a la festividad para rendir un devoto homenaje al Señor Jesús del Gran Poder con el fin de promover los talleres.
Alcira asegura que el bordado es una muy buena fuente de ingresos, en la medida en que el trabajo sea de calidad y original.
“Gracias al bordado hemos estudiado. Yo estudié bioquímica, me titulé, pero el sueldo era muy bajo y por ello me dediqué a los bordados, (porque era y) es más rentable”, asegura.
Una vestimenta de diablo es alquilada desde 200 bolivianos. En tanto uno a la venta tiene un precio de 2.000 bolivianos, hasta un máximo de 4.500.
Don Fausto Mamani, que tiene su taller a unos pasos del de doña Alcira, comenta que el trabajo del bordador tiene sus temporadas y que cuando se presenta “no hay tiempo ni para comer”.
“La entrada del Carnaval de Oruro y la del Gran Poder son las fiestas de mayor movimiento”, menciona.
En la entrada del Gran Poder participarán 64 fraternidades y más de 27 mil personas.
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