La anata se inicia el 2 de febrero, con ceremonias de relación recíproca con los seres supremos y también como vínculo espiritual de agradecimiento a la Pachamama, por las transformaciones la producción agrícola y el reforzamiento a la reciprocidad y solidaridad comunitaria.
En la época de Jallupacha (lluvia), de acuerdo al calendario lunisolar y agrícola de la cosmovisión andina, se fija los días del Anata tomando como señal la puesta del sol entre el 19 y 20 de febrero y es la referencia para determinar los días de la Anata y puede tener variaciones relativas en días.
Días antes del Anata los dos ayllus Hanansaya y Hurinsaya llamados "tonantes" o creadores de nuevas melodías para los días del Anata se dirigen por la noche llevando su instrumento musical a un lugar alejado y conocido como "Sirinu Malku", donde se realiza una ceremonia para pedirle a este achachila le otorgue fuerza, valor y sabiduría, como dueño de las melodías, temple y serene del instrumento del "tonante". También semanas antes de la Anata, se realizan las ceremonias de la Q’illa, T’ikachaña y el Chimp’u comenzando por los Tatalillos (ganados machos y día de compadres) y una semana después a los Mamalillos (ganado hembra-día de comadres) con la sangre de las marcas de los ganados, los comunarios se pintan la cara como símbolo de buenos augurios y para repoblar la ganadería se realzan actos ceremoniales de relación recíproca con los seres supremos.
La Wilancha (sacrificio de animales) y las q’wachadas están dirigidos por el yatiri (brujo) y los comunarios presentes. Se prepara la "alza" que es la comida preparada con la carne de los animales sacrificados y se comparte con todos. Hay música y bailan agitando banderas blancas, concentrando toda su energía y sentimiento para la buena fertilidad y reproducción de los ganados, la producción de los forrajes y para el buen retorno del nuevo ciclo agrícola.
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