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CARNAVAL A diferencia de otras regiones, las actividades centrales arrancan el martes de ch’alla.
RAFAEL ALVIS FLORES / Cambio
Centenares de adultos, jóvenes y niños acuden al pueblo de sus abuelos para compartir con sus familias.
Para los siete días (de lunes a domingo) se prepara gran cantidad de chicha.
Los cabecillas ya definieron todos los detalles y llevarán conjuntos del interior.
Las tradicionales comparsas Wawayquedores, Halcones, Wayronkos, Mañaneras y Flor Naciente, además de otras conformadas momentáneamente, darán inicio el martes de ch’alla al famoso y alegre Carnaval pocoateño con una entrada desde el cerro de Santa Bárbara, más conocido como el Calvario.
Como ocurre cada año, centenares de personas, en su mayoría hijos de los residentes del histórico pueblo de Pocoata, capital de la tercera sección de la provincia Chayanta —en el norte de Potosí—, acudirán entre hoy y mañana a ese sitio a pasar las fiestas de Carnaval, al que califican como uno de los más hermosos y participativos de todos los que se celebran en Bolivia, por la alegría y las canciones que se cantan.
Éver Portanda, un pocoateño de pura cepa, reveló que el viaje lo realizará con sus amigos en la madrugada del domingo para llegar a tiempo para prepararse a participar en su comparsa, los alegres Wayronkos.
Pero al pueblo donde se produjo la primera rebelión indígena, encabezada por los hermanos Katari, no sólo acuden de La Paz, sino también llegan de Cochabamba, Santa Cruz, Sucre, Potosí y otros departamentos, además se suman los que arriban de Argentina, Uruguay, Brasil, España y de otras latitudes.
Pese que existe una ceremonia previa el lunes para los difuntos varones y la ch’alla del Torito en el Calvario, el Carnaval comienza el martes con la entrada, donde los comparseros lucen disfraces y bailan al son de tonadas nortepotosinas.
“Extraño tanto las flores de aquel día, volveré, volveré pronto a Pocoata, tengo razones para decirte que te quiero, te amaré, te amaré, y estarás siempre aquí en mi pecho”, dice la estrofa de una canción entonada por las comparsas que dan una vuelta a la plaza para luego ubicarse al pie de su árbol de jarka, donde pasarán la fiesta durante el resto de la semana, hasta el domingo 17.
El miércoles se caracteriza por el primer Cuculi y la llegada de las orquestas contratadas desde Llallagua, Sucre, Cochabamba o La Paz.
Esa tradición consiste en la salida de las comparsas desde las 04.00 para bailar, mientras recogen a cada uno de los integrantes de sus respectivas casas. Luego, el grupo se ‘busca la vida’ en las demás moradas, donde ingresan por la fuerza y exigen la ‘costumbre’, un balde o lata de chicha, de acuerdo con la cantidad de integrantes. Ese mismo día, en la tarde, comienzan a sonar las orquestas en la plaza, donde se colocan grandes carpas de camión para proteger de la lluvia a los integrantes.
Los grupos no sólo bailan en el pueblo, pues los cabecillas (prestes) programan viajes a las localidades cercanas, y de esa manera se llega a Huancarani, Ferrocruz y Macha.
Así, entre el baile, las bromas, la chicha, la comida y las conquistas amorosas ‘sólo por el Carnaval’, las jornadas transcurren rápidamente hasta el viernes, día en que muchos se ocultan para evitar ser nombrados cabecillas para el año siguiente.
El sábado es el último día de alegría, cuando algunos retornan a sus regiones por cuestiones de trabajo, pero los que se quedan preparan lo que será la despedida del Carnaval o Cacharpaya, el Domingo de Tentación, en la salida del pueblo.
“Toro negro, toro blanco, se fue el Carnaval, torito de ambos colores, esperamos Pascuas con gusto cabal”, es la canción que se canta en Tentación, antes de dar paso al último baile en la plaza.
De esa manera, los pocoateños celebran uno de los mejores carnavales de Bolivia, pero cuando les toca salir de ese su pueblo querido lo hacen con lágrimas en los ojos, un nudo en la garganta; pensando en el próximo Carnaval.
TORITO
La ch’alla del Torito (una piedra que es semejante a esa imagen) es una ofrenda que realizan las comparsas la noche del lunes en el Calvario para que les vaya bien. Luego, los integrantes bajan bailando hasta la plaza del pueblo.
En el pueblo bailan hasta los difuntos
Una de las tradiciones de Pocoata, antes de celebrar el Carnaval, es lo que se llama el Carnaval de los difuntos, donde las familias dolientes de los varones fallecidos el último año abren sus casas para recibir a los visitantes, se parece mucho a la fiesta de Todos Santos.
El pueblo no hace diferencias, y todos acuden a cada una de las casas a comer y beber chicha, porque ésa es una señal de respeto entre todos. La familia doliente, pese al luto que lleva, baila a la cabeza de una comparsa y da una vuelta a la plaza cantando una canción tradicional.
El mejor amigo, el hijo mayor o un allegado muy respetado y alegre es designado por la familia para personificar al difunto con su poncho, sombrero y una máscara. Esa comparsa visita las casas de los otros difuntos para hacer bromas y luego retorna al lugar de donde salió.
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