Durante 20 años, el Jisk’a Anata mostró una diversidad de danzas, música y vestimentas que sintetizan la identidad cultural boliviana, con expresiones provenientes de diferentes regiones del territorio nacional.
En 1995, un puñado de folkloristas se reunieron con el propósito de fortalecer el Carnaval paceño y revalorizar expresiones culturales que estaban quedando en el olvido, como los Sicuris de Italaque, el Carnaval de Chaupirana del norte de Potosí, la saya afroboliviana o los chamas de las tierras bajas.
Los primeros años de la Entrada fueron solventados por los miembros fundadores de la Sociedad Andina de Conjuntos Folclórico (Soacof), y en la actualidad es organizada por el gobierno municipal de La Paz.
Ayer se presentaron 47 grupos folklóricos, con 27 tipos de danzas, que recorrieron las calles desde el inicio de la Cervecería Boliviana Nacional hacia la Casa Municipal de Cultura Franz Tamayo, pasando por la plaza del Obelisco, la avenida Camacho, hasta terminar el recorrido en la avenida Simón Bolívar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario