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16 de agosto de 2014
Origen de la aparición de la Virgen de Urkupiña
¿Cómo y cuándo apareció la Virgen María de Urkupiña? ¿Cuándo se originó la festividad? Son misterios que la tradición y la historia han tratado de responder y hoy todavía son temas de investigación de historiadores, antropológos y religiosos.
Cuenta una leyenda de la aparición de la Virgen, que a fines de 1700, siglo XVII, a principios de la colonia, en la comarca de Cota (sudoeste de Quillacollo), vivía una humilde familia de campesinos que tenía una pequeña hija que cuidaba a las ovejas. La muchacha se dirigía diariamente hacia las bajas colinas del frente de Cota, pasando el río de Sapinku donde había agua y pasto para su rebaño. Un día de agosto, se le apareció una señora con un hermoso niño en sus brazos con quien sostenía largas conversaciones en quechua. Frecuentemente la pastorcita jugaba con aquel niño en las aguas de una vertiente que brotaba de las rocas.
Desde entonces, la muchacha demoraba al retornar a su casa, por lo que sus padres le preguntaron el motivo de sus tardanzas, la niña relató sus encuentros con la señora. Decía que la "mamita y su niñito" descendían a jugar con ella. Al oírla, sus padres se alarmaron y se dirigieron a la colina para convencerse de los increíbles relatos de la niña.
Anoticiados del acontecimiento el párroco y los vecinos decidieron cerciorarse de su veracidad, acudiendo al lugar guiados por la niña. Cuesta arriba del cerro estaba la señora y al verla la niña gritó en quechua "Jaqaypiña urqupiña, urqupiña" (Allí está, ya está en el cerro).
La señora al llegar a la cima, desapareció, pero lograron ver una imagen celestial que se esfumaba en la maraña de los algarrobales, cactus y ululas. En el lugar hallaron una imagen de la Virgen y la trasladaron en procesión hasta la capilla de Quillacollo y desde entonces es venerada y su fiesta es el 15 de agosto en honor a la Asunción de la Virgen María.
Según el actual párroco del Santuario de Urkupiña de Quillacollo, Víctor Benavente, hay historiadores que sitúan esta leyenda en el año 1681, otros en 1745 basados en algunos documentos y pinturas de esas épocas que hacen referencia a la Virgen.
Según Benavente la imagen de la que habla la leyenda, es la hoy entronizada, aunque tiene varias restauraciones, debido a los daños que sufrió en los tres incendios del templo.
Recordó que el expárroco le contó, también en base a testimonios, que la imagen estaba sobre unos libros cubiertos por un tapete, para que sea más alta, sin embargo estos se quemaron y afectaron la imagen por lo que tuvo que ser restaurada.
Señaló que hay una versión que está siendo investigada, que sostiene que la imagen de la Virgen de Urkupiña hallada en el cerro fue hecha junto a la de Copacabana por Tito Yupanqui y que su ayudante llamado el "Quimichu", que iba de pueblo en pueblo llevando imágenes de la Virgen, la trajo en 1600. Se la encontró en el cerro donde se dice murió el "Quimichu".
El religioso señaló que se está haciendo una revisión minuciosa de las defunciones de esa época para ver qué pasó con el "Quimichu" y dónde fue enterrado.
El Santuario
La actual estructura de la iglesia de San Ildefonso, Santuario de la Virgen de Urkupiña, se empezó a construir en 1908 mucho después de los sucesos milagrosos de la aparición de la Virgen y fue concluida en 1947.
Según el párroco del Santuario de Urkupiña de Quillacollo, Víctor Benavente, el templo tiene una historia muy interesante, pues la propia imagen de la Virgen trajo su piedra para empezar a construir su santuario.
Relató, en base a los testimonios de los pobladores de Quillacollo, que en 1900 el párroco Fructuoso Mencia, quien impulsó la construcción del templo, convocó al pueblo para que todos traigan una piedra del cerro de Cota hasta donde hoy está edificado la iglesia. Todos fueron, llevando a sus bestias y yuntas para trasladar las piedras.
Pero, también fue llevada hasta el cerro la imagen de la Virgen a la que, para retornar, cargaron en la espalda un aguayo con una piedra, todos los demás fueron por detrás con las enormes piedras con las que se levantaron las paredes del templo. En la plaza, estaban las mujeres preparando la comida para todos.
Benavente destaca la unidad y el enorme acto de fe de los pobladores de ese entonces, que hizo posible la construcción del templo. "Ojalá hoy tuviéramos ese sentimiento, fuéramos piedras vivas en la construcción de la basílica".
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