El intendente Emilio Cortez dijo que pese a los esfuerzos del municipio, los comerciantes se dieron modos para vender bebidas alcohólicas al punto de que se decomisaron más de 300 latas de cerveza, que se ofrecían con el sello de otro producto, en una librería. El público también camufló bebidas. En tanto que la plazuela La Paz se convirtió en un centro de distribución de bebidas de malta que las enfriaban como si se tratara de cerveza.
La Policía se vio rebasada en varios momentos por jóvenes en estado de ebriedad que invadían el recorrido, por lo que varios fueron gasificados. Esta situación se registró, especialmente, en la Ramón Rivero.
La Unidad de Sistemas de la Alcaldía recibió más de 50 quejas a través de su página web. La mayoría relacionada con los baches y el extravío de niños.
Graderías
El público que acudió a ver el Corso de Corsos reaccionó con molestia por el elevado costo de las graderías. Los comerciantes vendieron los puestos hasta en 200 bolivianos y no en 70 como estaba establecido.
Los precios ni siquiera se asomaron a la premisa del Decreto 029/2015 de fijar un máximo para que los espacios sean accesibles “a la economía popular y a la democratización” de acceso al Corso de Corsos.
En El Prado y la avenida Ramón Rivero los asientos se comercializaron a precios elevados. En la primera fila el costo de una silla era de 180 bolivianos, en la segunda 150, en la tercera 130 y así sucesivamente. En cambio, casi al finalizar el recorrido la silla se vendió en 20 bolivianos. Sin embargo, la demanda por estos espacios era mínima, porque las fraternidades ya pasan con poco entusiasmo.
Los túneles que se instalaron en al menos diez puntos estratégicos del recorrido no sirvieron para evitar aglomeraciones y facilitar que la gente pueda movilizarse. Simplemente, fueron un soporte para la publicidad. La gente buscó pequeños espacios entre las graderías para pasar de un lado al otro. Uno de los puntos críticos fue el sector del Palco.
Baños
Varias calles cercanas al recorrido del Corso de Corsos se convirtieron en mingitorios y los baños portátiles colocados por la Alcaldía desprendieron malos olores y estaban llenos.
Tres días de perjuicio
La ciudad se vio perjudicada por tres días debido al armado de graderías y del Palco Oficial. Los problemas comenzaron el viernes con el retiro de los semáforos en la avenida Ramón Rivero. El caos vehicular se agravó por la noche cuando se cerraron la vías cercanas a El Prado y las avenidas Heroínas, Oquendo, San Martín entre otras.
Evo y “vice” en la entrada
El ministro de Culturas, Marko Machicao, se sumó a la entrada como espectador y anunció que al menos 150.000 turistas nacionales y extranjeros llegaron para presenciar el Corso de Corsos.
Apuntó que un cálculo preliminar estableció que la presencia de los espectadores de la región y los visitantes genera un movimiento económico aproximado de 45 millones de bolivianos.
“Sin embargo, más allá de lo económico, esperamos que todos los cochabambinos y bolivianos vivamos una verdadera fiesta de la integración”, declaró a la agencia ABI.
El presidente Evo Morales asistió al Corso de Corsos y recibió varios obsequios de las unidades militares. El Chavo y la Chilindrina le entregaron una paleta. El Primer Mandatario también inspiró algunas alegorías entre ellas la de un Evo Morales que cargaba el satélite Túpac Katari.
El vicepresidente Álvaro García Linera se “reencontró” con el Carnaval cochabambino. “Me acuerdo que Pilincho (de Radio Centro) organizó el Corso y esa vez vine y luego no volví, me fui a estudiar. Ahora después de mucho tiempo es un reencuentro con el Carnaval cochabambino”, comentó.
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