En Bolivia y en algunas partes del mundo, cada año se celebra el carnaval y en distintas regiones por razones diferentes. En La Paz, el carnaval está relacionado con la época de la cosecha y la llegada de los españoles; sin embargo, a lo largo de los años la forma de celebrar la fiesta fue cambiando.
El jefe de la Unidad de Promoción del Folklore de la Alcaldía, Nicolás Huallpara, informó que el carnaval está relacionado con la época de la cosecha, con la cultura, pero también con la llegada de los españoles y la época Republicana. Existe sincretismo entre estas dos culturas.
El viejo mundo trajo al país las mascadas, que tradicionalmente se celebra por lo menos en La Paz y en los bailes de Venecia. Sin embargo, para la parte boliviana el carnaval también representa la época de la cosecha, representa el cambio de estación y ofrendas a la Pachamama. “Es el sincretismo de esas dos culturas”, dijo.
Agregó que el carnaval paceño tiene sus propios personajes como: el pepino que de acuerdo con algunos investigadores se origina en los pierrots de la comedia italiana; el kusillo paceño, además del chuta, extractado de los Pongos; y por supuesto no puede faltar la cholita paceña.
“Exactamente, son 108 años que está presente el pepino, prueba de ello son los datos históricos y fotográficos de sus primeras apariciones”, declaró Huallpara.
PRIMERAS ENTRADAS
Por su parte, el presidente del Centro Cívico de los Paceños, Nelson Larrea, señaló que las primeras entradas se realizaban en la calle Evaristo Valle, donde ya estaba presente el pepino, esto hace 100 años atrás aproximadamente.
Afirmó el personaje importante del carnaval paceño siempre era representado por el pepino, “si hacemos una retrospectiva, se celebraba en la plaza del Obelisco, principalmente en los salones del Club La Paz, donde había presentaciones estudiantinas, grupos del momento de ese entonces, actualmente se quiere recuperar esa costumbre. El inicio de las actividades era la Estación Central”.
En su opinión, los carnavales en los 70 eran tan diferentes, “en ese entonces se bailaba con los grupos de Pinkillos, Los Improvisados, Los Aventureros, entre otros”, recordó Larrea.
“Se entraba con poleras, unos entraban como romanos troyanos (…) también nos mofábamos de los gobiernos de turno. Las personas empleaban diferentes disfraces con diferente motivos, había el gusano de mil pies, gorillas, Kusillos, entre otros personajes (…) Dentro de la actividad, medios, como EL DIARIO han sido el baluarte de la ciudad de La Paz, junto a radio Esplendid, radio El Cóndor y otros, han acompañado todas las actividades del carnaval paceño”, señaló.
Martes de Challa
Larrea, dijo que la challa es parte del ritual andino, está muy relacionado al agradecimiento por los bienes que una persona adquiere, ese día la gente se dedica a challar sus propiedades para que perduren.
“En la challa no debe faltar la mixtura, serpentina, alcohol, lujma, durazno, luego se debe comer plato wathia, asado a la olla, fricasé”, sostuvo Larrea.
Huallpara y Larrea, aseguran que la fiesta del carnaval fue cambiando conforme fueron pasando los años, antes la diversión era la música y el baile, ahora son las bebidas y las espumas
COSTUMBRES
De acuerdo con las investigaciones realizadas por Javier Escalier Orihuela recordados y respetados son los Carnavales de Antaño, porque el pueblo siempre ha necesitado dedicarle unos cuantos días del año a alegrarse y olvidarse de sus penas.
En la Tradicional Entrada de Domingo de Carnaval, los trabajadores ediles eran los primeros en contagiar a la ciudadanía de aquel entusiasmo. En la Intendencia Municipal se “cosían” los trajes de pepinos y kusillos para vestir a todos sus empleados, quienes, queriéndolo o no, estaban obligados a encabezar la farándula carnavalera, ya sea como alegres Pepinos con los colores de la enseña paceña; en tropa de alegres Kusillos, confeccionados con tela de “bayeta de la tierra”; o como bonachonas “Huarjatitas”, (plato tradicional paceño), que no eran más que disfraces de Pepinos con máscaras de “chanchitos”, hechas de papel “maché”.
En segunda línea y ya también tradicionales en esta fiesta se encontraban los trabajadores de la Fábrica de textiles SAID, ya sea de Pepinos o encarnando a todas las razas de perros: salchichas, pastores alemanes y ch’apis, con telas confeccionadas con su propia materia prima.
Detrás de ellos, interminables masas de pepinos inundaban el tradicional recorrido del domingo, al ritmo de estudiantinas, tarqueadas y bandines de “lath’a p’unkus”, de no más de siete u ocho músicos, que fácilmente eran reclutados de entre las poderosas bandas de guerra del Ejército y la Policía, interpretando a lo largo del recorrido y sin descanso alegres huayños y toda aquella música propia del carnaval.
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