Música de charangos solitarios y entonaciones musicales femeninas que alcanzan registros muy agudos, recibieron a los visitantes, que se abrían paso hacia el costado del pueblo donde se realizaba la XVIII edición de la gran Pucara de Yamparáez, a la que llegó una multitud de comunidades y municipios vecinos e incluso turistas extranjeros.
Al llegar al centro de la fiesta yampareña, los visitantes se toparon con la monumental Pucara de aproximadamente 14 metros de alto y dos de ancho, que entre dos firmes pivotes entrelazados por una red de vegetación verduzca, mostraban diversos productos agrícolas e industriales de la canasta familiar, además de toda clase de bebidas. En lo más alto de la estructura, colgaba una res despellejada sujetada por las patas.
La monumental Pucara fue el eje articulador de la fiesta, mientras una pandilla de bailarines realizaron una coreografía rodeándola, un hombre con chicote en mano, asediaba a los bailarines para aplicar un chicotazo al que se detuviera.
“Esto es un juego, es parte de la tradición de esta danza, cuando uno está bailando frente a la Pucara está adorando la abundancia que nos dio la cosecha de este año, es la obra de la tierra y de nuestro trabajo, entonces te chicotean si te distraes”, explicó Marcelino Llave, estudiante de Turismo, cuyos abuelos residen en la comunidad de Escana.
Alrededor de los bailarines había un extenso círculo, , donde los espectadores se agolpaban en las bardas de cuerda tesada entre postes instalados cada tantos metros. En dos extremos de esta tribuna circular habían ingresos vigilados por policías y en el interior dos carpas azules para las sillas de las autoridades municipales y los invitados, como la concejal de Sucre, Khatya Zamora. Hasta pasado el mediodía, el Gobernador de Chuquisaca Esteban Urquizu no había llegado.
A un costado de las carpas se instaló una tribuna separada del público con más cuerdas para algunos grupos de turistas extranjeros, que obtuvieron el espacio mediante la coordinación de algunas agencias de turismo de Sucre y el municipio de Yamparáez.
Todo este escenario se ubicó en una depresión del suelo en relación a la planicie descampada donde se instaló la feria gastronómica y de productos agrícolas; y es que las 43 comunidades no asistieron solo a bailar, también llevaron su producción y gastronomía, como mermelada de tuna y guayabas de Molle Punku, higos y granadas de Escana. También se ofertó Llusphichi y Phiri de Quinua de Llok'es, Ají de Arvejas y refresco de Lojma de Alcantarí, Phiri de Trigo y refresco de T’ajio del Barrio América, entre muchos otros.
Gracias a esa disposición natural del suelo en el que se celebra la Gran Pucara, los comensales pudieron seguir observando los bailes alrededor de la Pucara. No faltaron los puestos aislados de textiles de la cultura yampara, así como los de chicha y cerveza.
Al buscar al alcalde, Edwin Palacios, para entrevistarlo, un funcionario explicó que se encontraba bailando frente a la Pucara; inmediatamente señaló a un hombre que llevaba un pan gigantesco y exclamó: “sí le vas a entrevistar ahora, les vas a hacer chicotear”.
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