16 de agosto de 2016

Oración y danza, las expresiones de la fe a la Virgen en Brasil


Es el 7 de agosto de 2015, son las 6:30 en el aeropuerto internacional de la ciudad El Alto y una gran fila de personas aguarda para hacer el chek-in de sus equipajes en el sector que corresponde a la empresa Boliviana de Aviación. Entre los viajeros se encuentra un gran número de personas uniformadas, con traje plomo, y varios visten también sombrero.

Estas personas, además de sus bolsos o maletas, cargan estuches de color negro en los cuales protegen instrumentos de bronce como trompetas, trombones y otros. Se trata de cuarenta integrantes de la afamada banda Poopó que viaja a Sao Paulo para ser el acompañamiento musical en la mayor festividad que realiza la comunidad boliviana en Brasil, en devoción a la Virgen de Urcupiña y Copacabana como también en homenaje a las fiestas patrias.

Este año, la fiesta se programó para los días 13 y 14 de agosto, el lugar es El Memorial de América Latina en el barrio de Barra Funda, espacio que desde la gestión 2007 ha abrazado la cultura, el folclore y la fe de miles de bailarines que esperan ansiosos para danzar estos dos días y de espectadores que en cada versión se vienen multiplicando.

Bolivianos residentes de Sao Paulo y de otras ciudades de Brasil concurren a este evento, incluso integrantes de morenadas como Intocables, Señorial Illimani o Morenada Central de Bolivia llegan solo para bailar estos dos días.

Brasileños y turistas curiosos participan también de esta festividad, que se convierte en un medio de integración a través de la cultura entre diferentes nacionalidades y comunidades inmigrantes que en esta metrópoli son muchas y diversas.

EL ORIGEN

Pero si bien esta actividad es organizada por la Asociación de Grupos Folclóricos Bolivia-Brasil, existe otra más íntima y que acontece en la iglesia Nuestra Señora de La Paz, cuyo inicio en el ciclo de fiestas en devoción a la Virgen de Urcupiña se remonta a finales de la década de los 80, a partir de una promesa hecha por Juanita Trigo.

Sidney Antonio da Silva, antropólogo brasileño que escribe sobre este momento inicial, indica que según la entrevistada fue la suegra que la motivó a hacer un pedido a la Virgen, en un periodo de dificultades por la cual Juanita pasaba, pidiendo que le ayudara a comprar una casa, que todos sus hijos sean profesionales y que diera salud a sus seres queridos. Así la familia trajo a la Virgen el año 1984 y en 1986 compraron la tan anhelada casa, donde posteriormente se realizaría la primera fiesta.

Fue a partir de entonces que se comenzó a nombrar cada año al nuevo “preste”, quien está a cargo, desde entonces, de organizar la fiesta y nombrar nuevos padrinos, integrando así a nuevos devotos, como explica Silva en un artículo que escribió en 2007, recordando los 50 años de la migración boliviana en Brasil, revista que fue publicada por el Centro Pastoral Migrante.

A partir de 1995, el escenario de las celebraciones se traslada al salón de la iglesia Nuestra Señora de La Paz en el barrio do Glicerio. Este traslado tiene su razón de ser, escribe Silva, como consecuencia de que un año antes se construyó en dicho templo una capilla, donde se encuentra la imagen de la Virgen de Copacabana.

Es a partir de entonces que se realizan las fiestas marianas con la participación de toda la comunidad boliviana.

El sacerdote Alejandro Cifuentes indica que ha percibido en los cuatro años que está a cargo de la Parroquia de los Fieles Latinoamericanos que existen particularidades en la forma en que las comunidades latinas demuestran su fe, pero que la de Bolivia es especial debido a que su cultura es fuerte.

Explica que la devoción más antigua es a la Virgen de Urcupiña y que esto responde a un proceso migratorio en el cual los cochabambinos llegaron en mayor cantidad al comienzo, pero que ahora la mayoría de los bolivianos de la comunidad proviene de La Paz.

Cifuentes, quien fue nombrado junto a la parroquia para llevar a cabo la organización de la fiesta de la Virgen de Urcupiña el próximo año, afirma que “hay algo que no podemos separar, la cultura de la fe”, y que la danza expresa la fe de la gente, que puede ser considerada una forma de rezar, de entrar en comunión con lo sagrado y que por eso no existiría una separación entre lo profano y lo sacro en aquello que se expresa.

“Muchas comunidades no entienden por qué un boliviano toma una cerveza frente a la Virgen. Algo que para muchos sería escandaloso para un boliviano es normal. Puedo servirme, puedo ofrecer también en relación a la Pachamama, el sahumar el incienso, el ofrecer mi oración, existen formas diferentes de expresar, bien particulares, que en Bolivia permanecen. La cultura no se dobló delante de la institución, sino que la institución se dobló delante de una cultura”.

El padre Alejandro, quien en 2015 bailó tinkus en la agrupación Jairas y este año se apresta a bailar diablada en la agrupación Unión Cultural Oruro, tiene como uno de los objetivos para 2016 hacer un reconocimiento a los “expasantes” de la Virgen de Urcupiña a través de su colaboración y participación no solo con su experiencia sino también con su devoción en el camino de seguir con nuestra fe, fiesta e historia.

Novenas para las Vírgenes

Cada año las novenas, tanto para la Virgen de Urcupiña como para la Virgen de Copacabana comienzan en el mes de noviembre, para finalizar con la última en julio.

Un mes después, en agosto, se realiza la fiesta principal.

La primera novena se organiza de forma conjunta y, posteriormente, se va intercalando cada mes. “Una de la características de las celebraciones, entre las dos vírgenes, es que la organización de la fiesta para la Virgen de Urcupiña se realiza entre familias, mientras que son fraternidades las que organizan la fiesta de la Virgen de Copacabana”, indica el coordinador de la Pastoral del Migrante, Parroquia de los Fieles Latinoamericanos, Alejandro Cifuentes Flores, de nacionalidad mexicana.


No hay comentarios:

Publicar un comentario