La música boliviana, recibe diversos nombres, como: música étnica, música regional, música típica, y en ocasiones también como música popular o música folklórica. La mayoría de las creaciones musicales son anónimas, que, por la cosmovisión de sus culturas, adopta un sentido de pertenencia más colectivo. Es decir, no se conoce al autor, lo que si se conoce, es que la música representa la identidad de cada comunidad.
La música tradicional de los pueblos originarios es un término que se aplica a géneros musicales, asignados en los Andes sudamericanos. El estilo de la música y danza autóctona, especialmente aymara y quechua, está caracterizado por melodías nostálgicas, evocativas, ritualizadas, que son interpretadas y bailadas de acuerdo a cada época del año, obedeciendo a un calendario basado fundamentalmente en la visión cósmico-agrícola ancestral. En el Jallupacha, una de las danzas interpretadas es la moseñada.
El origen de este género de música está vinculada a diversas versiones. Una refiere su origen a Muza, provincia de Cochabamba; la razón principal es que en esta localidad se encuentra grandes cantidades de tuquru (caña hueca), material indispensable con el que se fabrica el instrumento. Sin embargo, el tuquru, también se lo encuentra en el departamento de La Paz, propiamente en la región de Zongo, Pallarara, Arcopongo y Cho-quetanga; al margen de estas versiones, los comunarios de la provincia Aroma cuentan que en el levantamiento de Tupak Katari (1781), esta música se interpretaba en las grandes concentraciones indígenas. Y según Rigoberto Paredes, la moseñada habría nacido en Mohosa, provincia Inquisivi en La Paz y por ello su nombre.
Entre sus características, la danza de la moseñada es interpretada por varones y mujeres. Los pasos del baile son rítmicos y agraciados, ligeramente cortos y saltados. De acuerdo con la música, dan pasos hacia el frente, los brazos hacia los lados en forma coordinada. Se realizan figuras en círculo, posteriormente forman filas donde los danzarines se toman de las manos y dan vueltas repetidas, haciendo girar los witi witis o wichi wichis y sacudiendo banderas de colores vistosos.
En cuanto a las características de la vestimenta, los varones llevan una camisa, el awayu cruzando sobre el pecho y la es-palda, el lluch’u, la ch’uspas y en algunos casos, banderas multicolores en la mano. Las mujeres visten po-llera de bayeta, chaquetilla o chompa con un tari en la mano, sombrero adornado con flores y un awayu cargado también de flores, roscas (panes) o frutos. De acuerdo a cada región, varones y mujeres se presentan con arcos a manera de estandartes, los cuales identifican tan-to a la comunidad como al pasante y encargado de la fiesta. Antiguamente, en la moseñada, se utilizaban solo tres tipos de pinkillus: la salliwa, el rikinto y el irasu; en relación a sus tamaños: la más pequeña mide 50 cm, la mediana 100 cm y el más grande 150 cm.
Actualmente, la tropa de moseños está estructurada por veinticinco piezas instrumentales que constan de boldón, salliwa, irasu, rikinto, ch’illi, imilla (clarinete); además, se encuentran los pinkillus, de diversos tamaños (80, 82, 85 y 90 cm.), como instrumentos de percusión se utilizan las wankaras, adicionandose el tambor y el bom-bo.
La música de la moseñada, principalmente emplea escalas pentatónicas, aunque también hay ejemplares dotados de orificio posterior para enriquecer su escala. La banda de músicos está compuesto por diez tocadores de sallas ayquiris y cuatro tambores. Cada conjunto tiene su solista clarinete, chirimía que interpreta la misma melodía de los moseños, y es lo que sobresale y caracteriza la danza.
Rodrigo Silvestre Mamani - Lic. Lourdes Leonor Mamani Limachi.
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