Para conseguir que luzcan más ostentosos se los hacía sobre base de cartón y en de los más llamativos colgaban unos cristales alargados, eran las famosas prismas.
Por lo general el material era importado por judíos que tenían sus tiendas en las calles Sagárnaga y Santa Cruz. La más conocida, sin embargo, era la “Samaritana” ubicada en la calle Yanacocha. En las décadas del 50 y 60 no llegó material de pedrería para la elaboración de estos chalecos por los que los bordadores se las ingeniaron para fabricar pedrería rústica utilizando trozos cuadrangulares de vitrales engarzados en latón de las populares “latas de alcohol”. (Ichuta, 2017, 104).
Con respecto a los trajes de la morenada de finales del siglo XIX estos fueron elaborados también por los maestros bordadores; muy ostentosos, recargados y pesados, por el material y la técnica del bordado tradicional. Los más imponentes fueron los de Achacachi que tenían trajes súper pesados por el material y los cartones, en los que se usó aplicaciones y pedrería. En ese entonces se valían ingeniosamente de botellas de diferentes colores, espejos y varios tipos de vidrio que los revestían de hojalata para aplicarloscomo incrustaciones en los trajes. Las lentejuelas se fabricaban recortando latas de manteca para aprovechar su interior brilloso.
Los hilos de plata y dorados, con rapacejos.
Las piezas del traje de la morenada era un saco con charreteras y un pollerón recargado con tres secciones, hechos con hilos de Milán y filigranas de plata, al igual que los puños y las hombreras, bordadas con hilo brilloso, pedrería, lentejuelas y perlitas, y los bordes adornados con
cristales en racimos. (Alfredo Quisbert, 12.03. 2004).
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