2 de septiembre de 2020

Los Señores de El Gran Poder - LAS DOS IGLESIAS DEL GRAN PODER Parte 1

El culto y la nueva fiesta siguieron sin mayores novedades hasta fines de la siguiente década. Pero entonces, siendo ya arzobispo monseñor Abel Antezana, llegó a La Paz el primer grupo de padres Agustinos holandeses, que varios años antes ya se habían establecido en el país. Mons. Antezana les propuso que se instalaran en el barrio de Ch’ijini para que allí, en torno al culto del Señor del Gran Poder, se constituyera una nueva parroquia con atención estable. De esta forma en 1939 se instaló en la calle Eloy Salmón una pequeña comunidad agustina.

Uno de los padres, el controvertido Irineo Otzen, quedó encargado directamente por el superior de Holanda para
implementar la parroquia. Su primer paso fue buscar un terreno en la misma zona de Alto Ch’ijini donde estaba
la antigua capilla, pero ahí nadie quiso vendérselo. Finalmente lo consiguió en el llamado Bajo Ch’ijini, en la calle Max Paredes, que entonces seguía siendo el límite con la ciudad propiamente dicha. Allí empezó la construcción del nuevo templo, y con ello también los conflictos.

Por aquel tiempo el culto al Señor del Gran Poder ya estaba bien establecido en la capilla de arriba. Cada viernes se reunían numerosos devotos y, además, el día de la fiesta –mayo o junio, en la fiesta móvil de la Santísima Trinidad– se concentraba tal multitud, que era preciso una guardia de unos 200 policías para mantener el orden.

Era pues comprensible que los vecinos de Alto Ch’ijini, quienes con su esfuerzo espontáneo habían puesto en marcha esta devoción, identificada desde un principio con su barrio en crecimiento, no quisieran un traslado al nuevo templo.

De esta forma las tensiones iban en aumento a medida que avanzaba la obra. El conflicto tenía como dimensión inicial este antagonismo barrial entre Alto y Bajo Ch’ijini.

Pero además se sumaron otros factores.

Al nivel eclesiástico hubo un primer conflicto entre agustinos. Corría por entonces II Guerra Mundial y los religiosos habían perdido todo contacto con sus superiores en Holanda. Uno de los que estaban en Bolivia (en Yungas) había quedado nombrado como delegado y este, de acuerdo con los demás frailes de la comunidad de Eloy Salmón, al ver los conflictos que se generaban y aumentaban con la construcción del nuevo templo, ordenó que se suspendieran las obras. Pero el P. Irineo apeló al nombramiento inicial recibido de Holanda y prosiguió. Tenía de su lado al Nuncio y a un grupo de gente de extracción social relativamente pudiente que le estaba cooperando en la construcción. Pero internamente siguió el problema como iremos viendo más adelante.


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