El arzobispo zanjó finalmente el conflicto con otra solución salomónica. Pese a que los dos templos están solo a tres cuadras de distancia, decidió crear dos parroquias. Mons. Abel Antezana mandó hacer una imagen en busto del Señor del Gran Poder para el templo nuevo, de lo cual se encargó el ingeniero Frías. En cambio el lienzo original se quedó en el templo antiguo de Alto Ch’ijini, que con los óbolos de los devotos durante la fiesta y en las romerías de cada viernes, logró suficientes ampliaciones bajo la dirección de Manuel Aliaga. Cuando en noviembre de 1946 finalmente se retiró el polémico P. Irineo, se estableció el nuevo párroco Juan Teuben, otro agustino holandés, en la parroquia del Gran Poder “nuevo” conocida oficialmente como Parroquia de la Santísima Trinidad.
En 1948 llegó el P. Isaac González como párroco de la iglesia de arriba, pero sólo aguantó tres meses por conflictos con la Junta Vecinal, que quería supervisarlo todo. Se fue, desanimado y, por fin, a solicitud de la misma Junta, el 3 de mayo del mismo año se estableció como párroco definitivo el sacerdote diocesano Pastor Taboada, que siguió allí hasta 1956. Por fin quedaba consolidado el culto parroquial en el anterior templo de arriba, que siguió siendo conocido como Iglesia del Gran Poder, a secas, o “antiguo”, para diferenciarlo del otro templo. Desde entonces el conflicto se apaciguó notablemente, limitándose a incidentes menores sobre todo durante la fiesta.
Los dos templos han desarrollado desde entonces estilos distintos. El de arriba, ha seguido siendo más tradicional y popular; el de abajo, más modernizante, buscó desde esa perspectiva otro estilo de popularidad. El Gran Poder “Antiguo” cada viernes atraía a un número importante de devotos provenientes de diversas partes de la ciudad.
No hizo innovaciones muy significativas en sus formas de culto. Y siguió siendo la sede de la gran celebración del Gran Poder en el día de la fiesta litúrgica de la Santísima Trinidad. El tipo de feligresía y devotos que acudían a este templo seguía caracterizándose más por su ancestro aymara y popular, aunque ya de estilo urbano, con los rasgos propios de ese barrio comercial.
En cambio la parroquia de la Santísima Trinidad o Gran Poder “Nuevo” fue adquiriendo nuevas características de estilo más cercano a las corrientes pastorales del momento. Se estimuló mucho la actividad con la juventud, por ejemplo, por medio de kermeses. Se dio una gran intensidad a la administración de sacramentos. La nueva iglesia llegó a ser famosa en toda la ciudad e incluso en el Altiplano porque allí se bautizaba y confirmaba a precios módicos.
Cada fin de semana había 120 bautizos o más, administrados individualmente, a veces por varios sacerdotes, que atendían cada uno a su propia fila. Un año, cuando el 31 de diciembre se llegó a superar la cifra de 4.800 bautizos, el párroco entusiasmado dijo: “¡Ya somos más grandes que San Pedro de Roma!” Aunque el vecindario inmediato no era muy distinto del de Ch’ijini Alto, por su estilo el templo de los padres Agustinos atraía también a gente de clase media y alta de otros sectores de la ciudad. Recuérdese que fueron benefactores de dichos sectores quienes habían ayudado a construir el templo; hasta hace poco sus nombres aparecían aún en los arcos de la iglesia. Consecuentes con ese nuevo estilo, los párrocos de abajo no veían con buenos ojos el estilo tradicional de presteríos y, por tanto, tampoco la forma de celebrar la fiesta del Gran Poder. A fines de los años 40 lograron incluso una orden del arzobispo dispensándoles de aceptar misas de prestes. Argumentaban que con los presteríos había mucha borrachera y, nueve meses más tarde, un número desproporcionado y sospechoso de bautizos.
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