El culto a las imágenes religiosas católicas en un contexto andino caracterizado por la colonización es muy complejo y ambiguo. La imagen de la Santísima Trinidad no fue ni es la excepción porque no obedece a las estrictas reglas teológicas establecidas por la doctrina eclesiástica católica. Más bien, este culto se sujeta a reinterpretaciones ideológicas andinas y sincréticas postcoloniales
Según Gerardo Fernández17, en la ciudad y en otros sitios del altiplano paceño existen lugares de poder. Estos lugares son las iglesias-wak’as y los Santos-wak’as, su fuerza reside en que ellas dialogan con la gente, le otorgan favores y fortuna, instalan un régimen de ayni con la sociedad a cambio de sus sacrificios y ofrendas. Qué duda cabe, la fragmentación de la sociedad invasora y sus propios modos idolátricos de relacionarse con los santos y las vírgenes abonaron el camino para una visión “en reversa” de la trinidad colonizadora (2010: 144).
Justamente, la visión en “reversa” impregna el culto “idolátrico” de la Santísima Trinidad, de tal forma que el Señor Jesús de Gran Poder adquiere fama de milagrero y dadivoso, pero sujeto a normas y valores andinos que los devotos establecieron en sus relaciones expresadas en dones y aynis que había que cumplir para solicitarle favores. De acuerdo a Fernández, proponemos entonces que, gracias a esta complejidad y ambigüedad en el culto, el santuario pasa a convertirse en un espacio sagrado andino, donde mora una wak’a18, donde mora el “Tata” del Gran Poder, quien podría ser una wak’a-divinidad humanizada. Otro autor supone que es un Mallku/Cóndor que tiene un sagrado poder de reproducción (Tassi, 2010: 71).
Este hecho se enmarca en una concepción andina de reciprocidad de dones o aynis, donde el diálogo entre los creyentes y el Señor Jesús del Gran Poder, parece indicar: te rindo culto y veneración con rituales, y a cambio me das lo que te pida. Esa es la concepción de que “la tierra no da así nomás”19, porque no se cree en algún santo o deidad andina “así nomás”:
La divinidad en el mundo andino suele ser factor de unión como disociación, de ayuda como de amenaza, de bendición como de castigo. Dentro de la lógica andina hay que hablar de una variedad de relaciones con la divinidad. Se reconocen sus muchos rostros: puede amenazar y salvar, puede estar arriba y abajo, puede ser masculina y femenina. Por el contrario, en la cultura occidental, si se da una coexistencia entre positivo y negativo, es siempre con la connotación de vencer al mal. En lo andino, lo negativo es complementario, coexistencia y no es necesario vencerlo.
Ahora veamos, ¿Cuáles son las percepciones de la imagen de la Trinidad, tanto desde la iglesia católica como en la cosmovisión del mundo andino?
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