17 de diciembre de 2021

LA IMAGEN TEMIDA Y AMADA DE LA TRINIDAD - ¿LA TRINIDAD CENSURADA POR LA IGLESIA?

 En el mundo andino, a partir del siglo XVI, las imágenes y pinturas de temática religiosa fueron utilizadas para la catequización de los indios: tuvieron el objetivo de inculcar a los neófitos indígenas la doctrina del cristianismo. De España llegaron dos modelos de representación de la Trinidad con las advertencias canónigas del Papa. En el primer modelo, se la debía representar mediante la imagen de dos hombres (Padre e Hijo) de pie o sedentes y al Espíritu Santo en forma de Paloma; en el segundo, se la debía representar como una persona con tres rostros, cada uno de los cuales significaría el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es esta representación la que, posteriormente, fue considerada “imagen contra-rito” por la inquisición en el siglo XVIII. En América esta imagen fue censurada, tanto en Colombia (s. XVIII) como en Bolivia (s. XX), aunque extrañamente no fueron destruidas, sino solo prohibidas para el culto católico.

En el año de 1221, la iglesia denunció y condenó la representación del Señor de los tres rostros – Trinidad– argumentando que se trataba de una aparición demoniaca (Pacheco, 1956, 195). Por eso recomendó a los pintores de la época presentar tres figuras distintas: el Padre Eterno, en la figura de un anciano, el Hijo, un joven hermoso (ambos sentados) y el Espíritu Santo en la figura de una paloma. En América se evitó usar la imagen de la paloma para no inducir al culto de los animales o la zoolatría.

En Bolivia la imagen de la Trinidad pervivió oculto hasta salir a la luz por obra de sus devotas y del pueblo creyente. La Santísima Trinidad era la representación de una persona con tres rostros, bella y horrible a la vez, por lo que infundía temor y admiración. La memoria colectiva señala que la imagen que llegó a la zona de Ch’ijini no sólo era venerada de manera convencional, sino también con ritos “paganos” e idolátricos donde intervenían yatiris y amautas que ofrecían “mesas” al Tata, pidiéndole milagros. Cada uno de los rostros recibía una petición específica: Al rostro del centro (Espíritu Santo) se rogaba por favores o milagros personales; al de la izquierda (Padre Eterno), castigos y venganzas contra los enemigos y al de la derecha (Hijo-Jesús), beneficios para terceras personas.

En la lógica andina, esto es algo naturalizado porque no va en contra de las creencias ni son antivalores o posturas demoniacas. La divinidad andina complace deseos buenos y malos al mismo tiempo, y es importante la forma de la petición: rituales de agradecimiento o promesas de “pasar la fiesta” en su nombre. En correspondencia se practican favores propios del ayni o una “reciprocidad” con el Tata. El dualismo entre lo bueno y lo malo no existe en la concepción andina, sino que se percibe lo bueno y lo malo como una integridad, ya que un mismo hecho puede ser considerado de mala o buena suerte según las circunstancias. Por ejemplo, cuando ingresa un ladrón a robar una casa, el dueño ritualiza ese hecho con una ch’alla, pidiendo a las deidades de su preferencia que esto se revierta en provecho suyo. Otro ejemplo es el del Supay o Tío de la mina que “puede mostrarte la veta de la mina”, si es que hay una buena ch’alla u ofrenda, caso contrario puede ocasionar desgracias.

Otra representación de la Trinidad se encuentra en la máscara de waphuri, personaje propio de la danza de la kullawada. Esta máscara tiene tres caras, una a cada lado y la tercera al centro y con la nariz larga. Este personaje está “dotado de poder” como guía de la danza. Por cierto, es temido por su carácter de español machista y patriarcal sobre las mujeres indígenas, y a su vez se muestra benevolente con ellas porque acepta criar a sus hijos, por eso baila con la awila (vieja) como pareja que carga una wawa (bebé).

Lienzo de la Santísima Trinidad del siglo XVII, autor anónimo ubicado en el Museo Charcas de la ciudad de Sucre

Sostenemos que, en el marco de la lógica andina, la concepción de la Trinidad aún está presente en la “Fórmula trinitaria”22 en varios elementos rituales, aunque los números impares son qhencha (mal agüero) frente a los pares que significan suerte. Esta fórmula se encuentra, por ejemplo, en los rituales de los kallawayas cuando invocan tres rayos: el Rayo de los lugares terrestres, el Wak’a Rayo o Rayo del mundo oscuro y el Gloria Rayo, también llamada Santiago, que se asocia al mundo de arriba23; también en la representación de la illa de la fertilidad o Pachamama, al presentar ésta tres rostros que significan amor, fertilidad y abundancia. (Este amuleto es vendido en la calle Linares, conocida como la calle de las Brujas).

Otro ejemplo de fórmula trinitaria es la promesa de bailar tres años para “cumplir al santo patrono”. Este compromiso es asumido por los bailarines de manera seria y contiene un significado religioso de reciprocidad con el Tata.

Hoy es la promesa, bien claro está el nombre, promesa al señor Jesús del Gran Poder. […] Están prometiendo cumplir con todos los deseos que ellos quieren ¿por qué? Porque estoy participando en tu nombre, estoy bailando con vos, ya estoy cumpliendo tres años, otros dicen. Entonces que Dios les permita sumarse esta tarde. […] Siempre hemos tenido de todo. Hasta muchas veces le piden maldad al Tata. (Entrevista a Carlos Estrada, 11.06.2012)

El compromiso de bailar tres años posiblemente se origine por una asociación con los tres rostros del Gran Poder. De esta forma, se debe bailar para el Padre, para el Hijo y para el Espíritu Santo. Una vez cumplida esa promesa, es menos irrelevante que se baile muchos años más, pero si no se cumple por tres años consecutivos, según los creyentes, podría ocurrir una desgracia.

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